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Tras cinco años de parálisis, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha sido renovado fruto de un acuerdo entre los dos partidos con más ... asientos en el Congreso y el Senado, esto es, Partido Popular y Partido Socialista. Y tanto que me alegro, pues se pone fin a una anomalía institucional que estaba deteriorando nuestra democracia y sembrando desconfianza en una ciudadanía que debe seguir pensando que el correcto funcionamiento de las instituciones es pieza clave para la fe en el sistema.
El hecho de que estemos ante un acuerdo entre partidos no es cosa menor. Tantos dimes y diretes sobre despolitizar el máximo órgano judicial, sobre la necesidad de que los jueces se eligieran a sí mismos, sobre la desconfianza de la Comisión Europea a nuestro modelo de designación del máximo órgano del Poder Judicial... y al final todo se resuelve con una sentada entre el PP y el PSOE. Con el visto bueno de Bruselas, pero es que allí también los comisarios tienen un sello ideológico y llegan al cargo por sus méritos (por supuesto) pero también por sus padrinazgos políticos y los acuerdos entre las grandes fuerzas presentes en el Parlamento Europeo y entre las cancillerías comunitarias.
Ahora bien, me incluyo entre los que habrían preferido un mes o dos más de parálisis del CGPJ y que el empeño depositado por PP y PSOE para llegar a un acuerdo lo hubiesen dedicado a resolver el asunto de los menores migrantes no acompañados que siguen llegando a Canarias y que se quedan aquí. Como también me habría gustado ver a un comisario europeo acudir raudo y veloz a El Hierro o a Lanzarote para convocar a pie de muelle al ministro Torres y al dirigente del PP Tellado y espetarles: «De aquí no se levantan hasta que lleguen a un acuerdo».
Lo digo porque duele ver que para repartir cargos judiciales sí es posible el milagro del consenso, pero para algo donde están en juego los derechos humanos, la justicia y la solidaridad, todo son dilaciones, excusas, reproches, que si yo me quedé esperando a que me llamases, que si tú no tenías plenos poderes para negociar... en fin, lo que nos ha llevado al colapso, el drama y, en resumen, la indignidad (con nombres y apellidos) actual.
Ya puestos, quiero pensar que el flamante nuevo CGPJ también va a tomar cartas en este asunto. A fin de cuentas, les toca garantizar que no se vulneran derechos en este país. Y ya que, cuando quieren, informan de esto y de lo otro sin que nadie se lo pida, no sobraría un dictamen suyo sobre el asunto de los menores.
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