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En la última Eurocopa de fútbol y en los Juegos Olímpicos de París han saltado a los terrenos de juego varios espontáneos. En muchos de ... los casos, no se les ha visto en las retransmisiones televisivas, pues el protocolo fija que no hay que darles protagonismo para, entre otras cosas, evitar el efecto contagio. Y porque lo que buscan es el minuto de gloria, de manera que razón de más para no darles ese premio.
Este jueves hubo un espontáneo que saltó a la plaza y que sí pudimos ver:se apellida Puigdemont y se llama Carles. Llegó al exterior del Parlamento catalán y allí subió al escenario, hizo un discurso con referencias nada veladas al de Tarradellas al regreso del exilio y se presentó como una víctima de la represión. La diferencia con los espontáneos de la Eurocopa y los Juegos es que hubo cámaras, emisiones en directo, primeros planos y un seguimiento mediático masivo, que era precisamente lo que buscaban Puigdemont y los suyos. La primera conclusión, por tanto, es evidente:consiguió lo que quería y deberemos reflexionar todos -empezando por los medios- por haberle dado esa condición de estrella.
Dicho lo anterior, todo deja una sensación de tiempo pasado. Y del desgaste que se produce cuando transcurren los meses y los años y las prioridades ya son otras. Para empezar, porque no hubo cientos de miles de personas en el exterior del Parlamento. Y porque las propias palabras de Puigdemont reflejan que se trata de alguien que vive como si estuviésemos en 2017. Pero es que desde entonces para acá ha llovido mucho. Y esa lluvia incluye un proceso electoral reciente en el que la candidatura de Puigdemont no fue la más votada y tampoco ha conseguido una alianza que permita una mayoría en el Parlamento. Si se hubiesen dado esas dos condiciones, estaríamos hablando de otra cosa, pero no fue así. Y Puigdemont participó como candidato en ese proceso, de manera que no puede deslegitimar el resultado ni tampoco las negociaciones posteriores porque ha participado en ellas. Esos 'actos propios', como se dice en el lenguaje jurídico, desmontan en gran medida su discurso a las puertas del Parlamento:ahí dijo que seguía intacto el derecho de los catalanes a decidir, pero es que también está el derecho de los catalanes que en las elecciones decidieron otra cosa diferente a lo que él defendía. Como también está el derecho inalienable del Parlamento a elegir un presidente, por muy diferente que sea de Puigdemont.
Insisto: es el suyo un tiempo pasado. Veremos si el presente es de Illa.
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