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Que todo siga igualAcaba el congreso de los socialistas grancanarios con Sebastián Franquis reelegido al frente del partido en la isla. O sea, sin sorpresa. Parece lejano el ... tiempo en que el entonces alcalde Augusto Hidalgo soñó con disputar el liderazgo en el partido, primero en el ámbito local y después en el insular. Ya sabemos cómo acabó aquello: Franquis ganó el pulso orgánico, con la dirección regional poniéndose de perfil, Hidalgo dejó el Ayuntamiento camino del Cabildo y en el último cónclave regional del partido ya le dijeron que no era hora de más desafíos y que aceptase que Franquis se iba a perpetuar en el cargo.
Más allá de las personas, el problema del PSOE en Gran Canaria es de estructura. Y unida a esa carencia, van los resultados. Lo vimos con claridad en las elecciones de 2023, con una foto que se repitió en otras islas: la candidatura regional encabezada por Ángel Víctor Torres tuvo más gancho que las del PSOE en el ámbito insular y en muchos municipios. Si ponemos el foco en Gran Canaria, conviene recordar que teóricamente el PSOE había echado la casa por la ventana, de manera que a la baza segura de Torres para la Presidencia de Canarias, se unían nada menos que Carolina Darias encabezando la lista en la capital grancanaria e Hidalgo al Cabildo tras dos mandatos en el Ayuntamiento.
Los números estuvieron muy por debajo de las expectativas: Darias revalidó grupo de gobierno, pero quizás porque la oposición se lo puso bien fácil, con unos resultados bastante pobres. En el Cabildo, Antonio Morales repitió victoria y en plazas de tanto peso político y socieconómico como San Bartolomé de Tirajana, el sureste y Telde, el PSOE no pudo presumir de capacidad de movilización.
Viendo cómo se ha cocinado el congreso del PSOE grancanario, sobran motivos para sospechar que el problema se enquista. O se cronifica, como prefieran.
Claro que no está de más recordar cómo funciona desde hace años el Partido Socialista en las islas: una especie de pacto tácito entre los barones insulares con la dirección autonómica que pasa básicamente por el acuerdo de que los segundos no darán la lata en el congreso regional a cambio de que esos líderes sean soberanos en cada isla. Un partido, por tanto, de taifas.
Es la calma chicha de quienes entienden que lo mejor que puede pasar es que no pase absolutamente nada. No fue así como se llegó al Pacto de las Flores, pero tampoco hay que olvidar que buena parte del PSOE grancanario no quería aquella entente.
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