Después de más de cuatro décadas de actividad, el Parlamento de Canarias debe aparcar el miedo y tener la valentía de renovarse. Además de asumir ... que la transparencia total es una exigencia democrática ineludible, sus señorías harían bien en abrir los ojos y tener presente que ciertas rutinas y protocolos ya no tienen razón de ser.
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Este jueves concluye el Debate de la Nacionalidad, que es teóricamente una de las dos grandes citas anuales en las asamblea legislativa. La otra es el debate de los Presupuestos de la Comunidad Autónoma, piedra angular de la gestión del Gobierno.
En cuanto al debate, es el Ejecutivo el primero que debería perder el miedo a innovar. En lugar de una perorata presidencial de 70 minutos -el máximo está fijado en ¡120!- acompañado de un sesudo dosier de más de 150 folios que repasa al detalle lo que ha hecho cada consejero, viceconsejero y director general, se podría enviar ese documento una semana antes a los parlamentarios y que el presidente subiera a la tribuna con un discurso con mayor contenido político y menos retahíla de lo hecho.
Sobre todo porque los consejeros comparecen al menos una vez al mes en comisión parlamentaria para esa labor de fiscalización de su gestión.
Después está el asunto de los tiempos en el debate: ¿cómo se justifica que cada grupo parlamentario tenga el mismo espacio temporal, con independencia de la cifra de diputados y de votos conseguidos? ¿Es de recibo que el principal partido de la oposición, con más de una veintena de escaños, tenga igual tiempo que una formación con cinco veces menos parlamentarios? Muy proporcional, desde luego, no parece.
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También debería la Mesa que preside Astrid Pérez poner fin a aquella orden dada en los tiempos en los que Carolina Darias ocupaba ese puesto en el Parlamento, de expulsar a los periodistas de los dos pasillos laterales del salón de plenos. Acabada la época en que eran tantos los profesionales de la comunicación que no cabían en esos espacios, por donde entran y salen los parlamentarios y donde las confidencias de pasillo son tan valiosas en ocasiones como lo que se dice en la tribuna, no tiene sentido ese blindaje del político.
Si lo que se pretende es incentivar a la prensa para no ir al Parlamento, habrá que felicitarles por la estrategia. Si se trata de que podamos al trasladar al ciudadano que el diputado es un tipo cercano, están haciendo justo lo contrario.
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