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Pollo sin cabezaEse pollo sin cabeza que es la Unión Europea (UE) trata a la desesperada de hacerse un hueco en la nueva política de bloques mundiales ... que dibujan Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping. El encuentro convocado deprisa y corriendo por Macron en París es la prueba de ello, un cónclave que ni siquiera fue de toda la UE y que ha tratado de articular una estrategia para que Europa tenga un sitio en la solución final al conflicto bélico en Ucrania.
Por su parte, el presidente Zelenski multiplica los llamamientos a la UE y a la OTAN, pero sus palabras caen en saco roto: la UE carece de una política clara al respecto y la OTAN está a ver cómo se recoloca ante el aviso lanzado por Trump de que Estados Unidos ya se ha cansado de ser el 'pagador' de las facturas para garantizar la seguridad de terceros.
Ni siquiera los llamamientos a un aumento del gasto en defensa por parte de los gobiernos comunitarios pueden ser productivos a corto plazo. Estamos hablando de países que tendrían que incrementar notablemente la carga tributaria de sus ciudadanos o recortarla de forma drástica en partidas sociales para llegar al mínimo que pide Washington. Si se tiene mayoría absoluta en el plano legislativo y una sociedad polarizada y con una parte de ella adormecida, como sucede en EE UU, ese objetivo sí es factible de forma exprés; si, por el contrario, estamos hablando de parlamentos plurales, como es el caso de la mayoría de estados comunitarios, todo se complica mucho más. Por no hablar de la debilidad de algunos líderes: ¿cómo es que Macron quiere ser el nuevo adalid comunitario y plantar cara a EE UU, cuando tiene dificultades para que su primer ministro convenza a la Asamblea francesa?
Sobre todo, hay un asunto de fondo que convierte en casi inútil este repentino esfuerzo. Si a la UE le ha sido imposible hasta la fecha contar con una política exterior común, más lo será en materia de defensa. Porque en ambos casos estamos hablando de cesiones parciales de soberanía y de fiarse del resto, elementos que no se han dado y difícilmente se van a dar de hoy para mañana. Recordemos, por ejemplo, que en el conflicto de Gaza la presidenta de la Comisión se puso en el minuto uno del lado de Israel, el entonces jefe de la diplomacia Borrell se alineó con los palestinos y cada cancillería hizo de su capa un sayo. O, ya puestos, preguntémonos cómo va a ser posible que esta UE que tampoco ha fijado un política común en materia migratoria hable el mismo idioma ante EE UU.
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