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Toca felicitar a la Unión Deportiva Las Palmas, que hoy cumple 75 años. No hay más que mirar qué fue de otros clubes con más ... años, con más títulos y supuestamente con mayor apoyo popular:unos han desaparecido, otros transitan por categorías muy inferiores a la Primera División y algunos han terminado en contenciosos legales a cuenta de cómo se gestionaron los presupuestos.
El cumpleaños amarillo debe servir para recordar cómo nació y también alguna de las vicisitudes vividas. El origen reside en la determinación de un grupo de clubes de fundirse en una entidad mayor, conscientes seguramente en aquel momento de que en un territorio insular apenas había espacio para progresar desde la división. Y el siguiente hito fue la aparición del Cabildo de Gran Canaria como promotor de la ampliación del Estadio Insular, que acabó convirtiéndose en el centro del fútbol canario. Esos dos episodios fueron decisivos y sin ellos no se entendería el devenir del club.
Para un análisis más sesudo queda el asunto del llamado 'fútbol canario' y su singularidad en el contexto de ese deporte en España. Lo digo porque el fútbol nace en las islas de la mano de los británicos y de su presencia en la actividad portuaria, pero poco se parece el balompié isleño al toque de los futbolistas canarios. Supongo que los dos escoceses que ha fichado la UD Las Palmas en esta temporada lo están comprobando en su acelerado proceso de adaptación...
Años más tarde, la UD pasó por un trance que casi cuesta su desaparición. Un cúmulo de circunstancias, unas a medio camino entre la ingenuidad y otras en el capítulo del derroche más doloso, hicieron que la entidad estuviese técnicamente en causa de disolución. ¿Y cómo se salvó? Vamos a ser benevolentes en el calificativo y digamos que fue un proceso 'simpar'. Lo digo porque se entremezclaron las gestiones políticas, una 'singular' actuación judicial y una respuesta social que obraron el milagro de que la lápida funeraria de la UD, que estaba prácticamente terminada, no se acabara colocando sobre el club.
Ahora, cuando todos nos felicitamos porque la isla de Gran Canaria vaya a ser sede del Mundial de Fútbol de 2030, conviene tener en cuenta que si la UD hubiese desaparecido, no estaríamos contando los días para la gran cita del fútbol a nivel planetario.
Y cuando acudes hoy al Estadio de Gran Canaria y ves tanta chiquillería identificada con el equipo, pues no queda otra que concluir que, efectivamente, hay un sentimiento amarillo sólido.
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