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Podemos está tragando ahora la misma medicina que aplicó no hace tanto a Sumar a cuenta del caso de Íñigo Errejón. Las denuncias sobre presuntas ... agresiones sexuales por parte de Juan Carlos Monedero han mostrado las costuras del partido morado, que trata de escabullirse con argumentos que no llegan a la altura del listón de exigencia ante esos comportamientos que fijaron sus dirigentes.
Se aferra Podemos a la tesis de que ellos apartaron a Monedero de la estructura orgánica a las primeras de cambio, pero el punto débil de esa excusa es el hecho de que no fueron a comisaría, ni a Fiscalía ni al juzgado de guardia más próximo a poner en conocimiento los hechos de los que fueron informados.
¿Debieron hacerlo las presuntas víctimas? También, pero es que desde Podemos fueron las primeras, ante el escándalo de Errejón, en mirar hacia Sumar para echarle en cara no haber actuado como organización cuando conocieron las conductos del entonces diputado.
Lo innegable es que Podemos debió haber comparecido en rueda de prensa a las primeras de cambio para detallar lo que sabía y lo que hizo. No hacerlo es meter más carbón en la máquina de la desconfianza, que es lo peor que le puede pasar a toda organización que base su éxito en el crédito ciudadano, precisamente de lo que se alimentan los partidos políticos.
Dentro de poco se celebrará el 8M y de nuevo la incapacidad de los dos partidos de izquierdas, unido a sus contradicciones e incluso su cuota de vergüenzas, hace un daño enorme a una causa tan necesaria como el feminismo. Pero sobre todo señalemos que el mayor daño se lo hacen quienes, como Monedero, si se confirman las acusaciones, imparten doctrina y luego hacen lo contrario.
La primera lección que podemos ir sacando de este nuevo escándalo es que el mal no distingue ideologías. Hay machismo y hay agresores en todo el arco ideológico. Desde quien llega a los altares de una Real Federación deportiva, como el ínclito Luis Rubiales, y se sienten protegidos de todo cuestionamiento, a quienes tratan de convencernos de que hay que asaltar los cielos para cambiar precisamente comportamientos como el del propio Rubiales. De la misma forma que hay complicidades imperdonables en todos los partidos, porque habas cuecen, por desgracia, en los calderos y estos los hay de ultraderecha, de derecha moderada, de centro, de izquierda tranquila y de ultraizquierda. E incluso en el mundo antisistema.
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