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El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, compareció este martes en rueda de prensa en Madrid en una especie de desahogo ... personal y político. Un ejercicio absolutamente comprensible habida cuenta la presión de las últimas semanas, desde que Víctor de Aldama decidió, a cambio de conseguir la libertad, tirar de la manta aportando en sede judicial datos que teóricamente iban a poner a los pies de los caballos a medio Gobierno. Y si no a medio, digamos que en efecto lo ha conseguido con un cuarto del Ejecutivo y un tercio del Partido Socialista.
No es baladí recordar el origen de ese ejercicio de revelación: no es que Víctor de Aldama haya visto la luz celestial y se haya pasado al lado bueno de la vida, sino que no soportaba continuar durmiendo en una celda y optó por entregar una prenda. Es parte del juego judicial y nada que objetar al respecto;otra cosa es que para que el juego sea limpio, aquello que promete el encausado, debe realizarlo y, además, ha de ser verdad, con el añadido de que en nuestro sistema judicial, la carga de la prueba recae sobre el que acusa y no sobre el acusado. Y esto vale tanto si la persona se llama Víctor de Aldama, Koldo García, José Luis Ábalos, Santos Cerdán, Ángel Víctor Torres o incluso Delcy Rodríguez.
A día de hoy, de lo dicho inicialmente por Aldama en relación al ministro canario media un abismo respecto a las supuestas pruebas aportadas. Se frotaban las manos muchos pensando que entregaría fotos del encuentro en un piso de Atocha, con escenas que recordarían aquellas estampas vergonzosas del ya difunto Roldán en una juerga nocturna, pero todo quedó en un ejercicio de lanzar la piedra y esconder la mano: Aldama dice ahora que pagó el uso de un piso en 2018 en el que le contaron que iba a quedarse Torres y que allí había «señoritas», eufemismo, por cierto, bastante trasnochado. El lunes Torres ya salió a desmontar la acusación y este martes lo reiteró en ese ejercicio de autorreparación de su honor. Y es evidente que hay algo que no casa en el relato de Aldama: ¿a qué venía hacerle un favor a un político que en 2018, y dicho sea con perdón de Torres, pintaba poco o casi nada en la política nacional? ¿O es que Aldama quería conseguir entradas en el palco de la Unión Deportiva Las Palmas y pensó que favoreciendo al entonces consejero de Deportes del Cabildo lo lograría?
Habrá que tener paciencia para ver si finalmente se tira de verdad de la manta y hay más, pero hasta la fecha esa manta no cubre los pies de quien la ha destapado.
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