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Jugando a las cartasImaginemos la escena: en un tanatorio hay unas decenas de féretros con sus respectivos cuerpos inertes esperando para ser enterrados y mientras, en una salita ... anexa, se celebra una partida de cartas. De póker, de envite o de mus, según prefiera cada uno, pero lo fundamental es que cada jugador oculte sus cartas y, si es posible, que engañe al resto.
Eso, más o menos, es lo que está pasando con la crisis migratoria que está viviendo Canarias y el pulso político para ver cómo se cambia la Ley de Extranjería. En un lado, los casi sesenta muertos que deja este sábado, más los vivos que seguirán subiendo a pateras y cayucos arriesgando sus vidas; en el otro, los partidos políticos más preocupados en nimiedades como la de ver quién arrincona al otro.
El símil tiene su punto macabro pero es, por desgracia, lo que tenemos. Porque macabra fue la secuencia de hechos acaecidos en las últimas horas en El Hierro. Pensemos cómo pudo ser: casi un centenar de personas migrantes felices al ver que ya estaban cerca de la costa tras una semana de travesía por el océano; al instante, agobiados al comprobar que se quedan sin motor en el cayuco en el que navegan; de nuevo ilusionados al comprobar que se acercaba una embarcación para llevarlos a tierra y, en solo unos segundos, la tragedia, con el cayuco que se mueve cual flan poco hecho en un mar encrespado por el viento y las olas, ellos que desean salir lo antes posible de la embarcación, el miedo, los nervios… y finalmente la tragedia.
La experiencia enseña que, tras una travesía de varios días y sobre todo si es de noche, los cuerpos caen al mar como fardos atados a un pesado lastre. Los músculos entumecidos no responden y el frío y el pánico hacen el resto. De salvavidas por cada pasajero, ni hablamos: las mafias se han especializado en el 'low cost' para el viajero y en obtener el máximo beneficio para ellas.
Mientras, el acuerdo político que precisa esta crisis migratoria sigue sin llegar. La partida de cartas se ve que les parece entretenida a los jugadores. A fin de cuentas, a ellos no le va vida en esto. Se entretienen incluso en disquisiciones jurídicas sobre si las competencias son tuyas o mías, o si este protocolo sobraba y el anterior no se cumplía… pero se olvidan de releer lo que apunta el Tribunal Superior de Justicia de Canarias en sus dos resoluciones de esta semana: al margen de la razón jurídica, hay una cosa que se llama lealtad institucional y que es exigible ante un problema mayúsculo como es el del fenómeno migratorio en Canarias.
Pues eso: menos póker, envite o mus y más respeto, que hay muertos alrededor.
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