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Volvemos a las andadas:le pedimos al ciudadano que participe en las elecciones y cuando lo hacen, subiendo la asistencia a las urnas de manera ... notable, le decimos al pueblo que se han equivocado, porque el resultado es un Parlamento «ingobernable». Se ve que caló aquello de Vargas Llosa de que había que votar «bien», se supone que entendiendo que lo «bien» es lo que le concuerda con las ideas del escritor peruano, porque de otra forma no se explica.
La Asamblea que sale de las urnas galas no es ni mejor ni peor que la anterior: es diferente. No hay una mayoría absoluta y eso obliga al diálogo, que se supone que es la esencia de la democracia y del buen gobierno, de manera que no acabo de entender el pesimismo. ¿O es que preferíamos un Parlamento de trincheras, con unos en un bando y otros en el contrario?
Tampoco vale cuestionar el sistema electoral a partir de los resultados. El mismo modelo que ha deparado mayorías absolutas ha derivado ahora en otro resultado, con lo que no hay relación de causa-efecto entre la normativa electoral y el resultado. Lo mismo cabe decir de España:no se ha tocado el sistema proporcional que se instauró en 1978 y desde entonces hemos asistido a un Parlamento de partidos mayoritarios y también a uno sin mayorías claras. Cuando esto ha pasado, como en los comicios más recientes, se han creado bloques, pero eso tampoco es responsabilidad del sistema de elección y menos aún del votante. El ciudadano elige a unos representantes y estos deben cumplir su misión: garantizar la gobernabilidad. Si esto no se consigue, la culpa no está en el votante. De hecho, ojalá hubiera un mecanismo que penalizara automáticamente a quienes juegan al bloqueo en busca de una repetición electoral, como parece que va a suceder en Cataluña.
La noche del domingo algunos analistas señalaban en las tertulias televisivas y radiofónicas que el problema estriba en las escasa cultura de consenso en la política francesa. ¡Pues menos mal que estamos hablando de un país que nos regaló las libertades y la separación de poderes! En todo caso, bienvenida sea la lección ciudadana de que hay que dialogar, hay que buscar consensos, hay que tener líneas claras y otras en las que se puede -y se debe ceder- en búsqueda del beneficio en común.
En Canarias, donde tanto nos lamentamos con el desequilibrio de nuestro sistema electoral, esa ausencia de mayorías claras ha obrado el milagro de ese diálogo. A ver si Francia se 'canariza' un poco...
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