Los incendios de Los Ángeles están dejando imágenes desoladoras que se cuelan a todas horas en los informativos televisivos e inundan las páginas de los ... periódicos en los formatos digital e impreso. La combinación de fenómenos meteorológicos adversos con una masa boscosa importante salpicada de zonas residenciales, más el añadido de una gestión manifiestamente mejorable, están derivando en escenas que seguramente aparecerán en todos los resúmenes informativos de este año 2025 recién iniciado.
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Uno de los clichés más utilizados estos días en esos espacios informativos es la comparación con una zona de guerra. De hecho, hemos visto imágenes aéreas que nos traen a la memoria paisajes bélicos, con pueblos enteros arrasados por las bombas. Y, ya puestos, de lo que se habla es también de los gestos heroicos de estos o aquellos vecinos, así como de la solidaridad interna y externa ante un acontecimiento con tanto nivel de drama y que ha afectado tanto a ricos como a pobres, a estrellas de cine que han multiplicado el impacto mundial del suceso, y a quienes trabajan para ellos.
Se nos olvida en esa comparación que hay otros conflictos bélicos que siguen latentes y que, por desgracias, van desapareciendo de las pantallas televisivas. Y también los periódicos (culpa de los que aquí estamos, por supuesto). Esas fotos de barriadas enteras de Palisades, en California, reducidas a escombros se parecen bastante a algunas de Gaza o más recientemente de Beirut. Como también a pueblos enteros de Ucrania. Pero resulta que en suelo palestino, libanés o del país invadido por Rusia no hay estrellas de cine que hayan perdido lujosas mansiones, como tampoco vemos a 'celebrities' acudiendo a repartir bocadillos a los afectados. Es verdad que estos no acuden porque se jugarían la vida en ello ante la continuidad de la ofensiva bélica, pero esa es una razón adicional para no olvidar esos episodios sangrantes que continúan vivos y que colocan a Occidente ante el espejo de su hipocresía ante la capacidad de asombrarse con unas cosas y la facilidad para olvidar otras.
El fuego desatado por no sabemos quién pero avivado por la climatología se acabará apagando un día de estos. Los supervivientes afectados lo pasarán mal y tardarán en recuperar la normalidad. Eso no lo quita nadie. Pero no condenemos al olvido a quienes han muerto por la acción humana, los heridos, sus familias y seres queridos... Ese olvido es una condena adicional que no merecen.
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