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No sabemos si porque cuenta con información privilegiada -seguro que sí, en función de su cargo-, porque aspira a que suban el presupuesto de su ... Ministerio, o porque le apetece darnos un susto, pero lo cierto es que la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha decidido meternos el miedo en el cuerpo. Dice Robles que debemos estar preparados para una guerra. Y así, tras soltarlo, vuelve a meterse en su caparazón cuando tortuga que hiberna hasta que caigan las primeras bombas.

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Es como si el ministro de Economía de repente nos dijese que debemos prepararnos por si colapsan los bancos... o no. Y Albares, que tampoco descartemos que Mohamed VI decida ocupar tierra española... o no. Ya puestos, hasta Óscar Puente podía comparecer un día y anunciar que ya deja la red social X (antes Twitter) y hace voto de silencio... o no.

Es evidente que tenemos una guerra en suelo europeo y que en Oriente se está librando otra bastante asimétrica entre Israel y lo que queda de Hamás, con miles de palestinos sufriendo el conflicto. Como también hay otros escenarios bélicos abiertos en el planeta pero que han caído el olvido, ya sea porque se trata de lugares con poco valor geoestratégico o sencillamente porque ya no quedan ni periodistas que cuenten lo que sucede (los primeros tiros, ya se saben, van hacia ellos).

En todo caso, en las palabras de Robles hay un aspecto que no debemos olvidar: cuando se produce un conflicto bélico, es porque ha fallado la diplomacia y eso, evidentemente, no es culpa del ciudadano. Ni los rusos ni los ucranianos son responsables de que Putin diese la orden de atacar y Zelenski de defenderse al precio que sea. Tampoco los ciudadanos de Israel que sufrieron la brutal acción terrorista de Hamás son culpables de vivir en territorio fronterizo, como tampoco los palestinos merecen el castigo actual sencillamente por ser palestinos. Lo digo porque toda ministra que habla de una guerra que puede llegar, está reconociendo que su gobierno y el resto han fracasado en las labores diplomáticas. Como también han fracasado los organismos internacionales que se crearon tras la Segunda Guerra Mundial precisamente para evitar más contiendas.

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Quizás si Robles, su Gobierno y el resto pusieran más carne en el asador de las búsqueda de soluciones y calentasen menos el mercado de la venta de armamento, el mundo podría ser de otra manera. O no. Pero al menos por intentarlo no se pierde demasiado. Lo único claro es que si seguimos como hasta ahora, ya sabemos lo que se pierde: miles de vidas.

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