Borrar
Del director

De Groenlandia a Panamá

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 8 de enero 2025, 23:09

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, está adoptando un vocabulario abiertamente bélico a pocos días de la toma de posesión. Así, lo mismo habla de ocupar por la fuerza Groenlandia que de tomar el canal de Panamá, siempre partiendo de la convicción de que, como primera potencia mundial que es, el derecho internacional es una cuestión secundaria ante sus intereses supuestamente estratégicos.

Se suponía que Trump iba a acabar con la guerra en Ucrania a las primeras de cambio y que algo similar ocurriría con el conflicto en Oriente Próximo -extendido, de facto, a Oriente Medio-, pero ahora cabe preguntarse si Trump quiere zanjar dos conflictos que le son relativamente ajenos para centrar los esfuerzos en otros dos que sí interesan a su país. Todo ello con la industria armamentística feliz y contenta viendo cómo la cotización de sus acciones sube sin parar en los mercados bursátiles internacionales.

En el caso de Groenlandia, se trata de una vieja reivindicación de los estadounidenses. No es Trump el primer presidente o secretario de Estado que pone la vista sobre un inmenso territorio aparentemente estéril, salvo para los amantes de los paisajes helados, con escasa población y bajo soberanía danesa. Groenlandia tiene valor desde el punto de vista geoestratégico, en ese teatro de operaciones mundial que sigue basculando en torno a un pulso entre Estados Unidos y Rusia, a lo que se une que en su subsuelo se encontrarían materiales de alto valor para la industria, especialmente la energética y la tecnológica.

En cuanto al canal de Panamá, Trump lo está justificando como parte de una de sus piedras angulares ideológicas: la batalla contra China. No es un secreto que el gigante asiático ha entrado como elefante en cacharrería en los países americanos y africanos desarrollando infraestructuras a cambio de convertirse en sostén económico de esos estados, tenedor de su deuda pública y, por tanto, con capacidad de influir en sus diferentes gobiernos.

Que Estados Unidos ocupe por las bravas Groenlandia o que tome igualmente por la fuerza el estratégico canal interoceánico nos parece impensable. Pero el hecho de que lo verbalice refleja con qué ánimos llega este hombre. Y el silencio de Occidente, en especial de la OTAN en el asunto de Groenlandia, es muy preocupante. Es la prueba de que con Trump la Alianza vale mucho menos y que el inquilino de la Casa Blanca quiere cambiar las reglas del juego. Y sabe que lo puede hacer.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

canarias7 De Groenlandia a Panamá