Pues ya está. No se ha acabado la guerra en Ucrania, tampoco el asedio de Israel a todo lo que suene a palestino, pero sí ... se ha resuelto la gran incógnita: Broncano y Lalachus ganaron a Pedroche y Chicote en las campanadas de fin de año en la península. En Canarias, un año más, venció por goleada Televisión Canaria, con Victorio Pérez, Eloísa González, Matías González y Omayra Cazorla como conductores. En el farolillo rojo queda Telecinco a nivel nacional, con un estrepitoso fracaso que debería llevar al Cabildo de Lanzarote a reflexionar sobre la utilidad de la inversión en publicidad que hizo. Cualquiera que lo mida en términos de eficiencia, acabará llamando a capítulo al 'experto' que tomó esa decisión.
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Creo haber contado alguna vez por aquí que, pese a seguir a Broncano hace años en sus andanzas televisivas, estaba convencido de que no triunfaría en TVE en términos de audiencia masiva. Es evidente que mi reino televisivo no es de este mundo: Broncano y su compañía lograron primero tutear a Pablo Motos -convertido en algo así como el Darth Vader televisivo-, y ahora han protagonizado el sorpaso de la Nochevieja.
Me alegro especialmente por Lalachus. No sabía quién era hasta hace poco pero empatizo con quienes son víctimas de ataques furibundos simplemente por alejarse de ciertos cánones que uno creía periclitados pero que en el mundo virtual todavía funcionan. Había una legión de troles esperando que Lalachus se equivocase en las campanadas y fue todo lo contrario. Se ha ganado, eso sí, ya una acción judicial por parte de quienes se sintieron ofendidos por una estampita religiosa 'tuneada', pero eso también va en el guion de los tiempos que corren:hay gente ociosa a la que le sobra el tiempo para ir al juzgado, como también hay gente que olvida que humor e irreverencia han ido históricamente de la mano.
La Nochevieja televisiva tuvo otro vencedor: La 2 de TVE y 'Cachitos'. Esta apuesta empieza a ser ya un clásico navideño, algo así como ver de nuevo 'Qué bello es vivir' o 'Solo en casa'. Uno se quita el sombrero ante los guionistas y sus títulos, incluyendo ese en el que reivindicaban un mejor trato salarial para su profesión. Y, sabedores ya de que se les espera cada entrada de año, incluso se arriesgan con una especie de diálogo con sus fans y especialmente con sus detractores, adelantándose a las reacciones de unos y otros.
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Vencieron, en suma, el riesgo y el humor y perdió, sobre todo, el Cabildo de Lanzarote con su apuesta por Telecinco.
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