Supongo que el presidente del Partido Popular en Canarias, Manuel Domínguez, que es además vicepresidente y consejero de Economía del Gobierno, está comprobando en estos ... días los sinsabores de la política. Cuando se aprueba en Madrid una medida orientada a dar solución, aunque sea temporal, a un problema grave que padece el archipiélago, en lugar de poder salir a celebrarlo en público, tiene que hacerlo de tapadillo. O incluso mejor si se guarda para sí la satisfacción.

Publicidad

El motivo no es otro que el enfado de sus compañeros de poder autonómico en la península, que defienden -hablemos claro- que Canarias digiera solita el fenómeno migratorio y que si hay un exceso de menores no acompañados, pues que le reclamemos el dinero a la vicepresidenta María Jesús Montero pero, sobre todo, que hagamos el favor de no incordiar al resto de España. Más o menos como si alguien hubiese dictado que seamos una especie de penal, el Guantánamo de la calma peninsular o vaya usted a saber qué tópico mesetario.

Con la prudencia que le caracteriza y asumiendo el coste interno que todos podemos intuir, el PP canario ha estado al lado del presidente Fernando Clavijo y del resto de partidos -excepción hecha de Vox, que en esto ya sabemos que se rige por el principio de 'no hay inmigrante bueno'. Queda por ver qué harán los diputados del PP en el Congreso cuando toque votar la convalidación del decreto pero no parece que vayan a inmolarse al grito de 'Atis Tirma'. Las cosas, como son...

Esta apuesta del PP isleño por tener una seña de identidad propia es de agradecer. No faltan los que dicen que esto es un síntoma del declive de la política, porque los partidos de ámbito estatal se federalizan. Claro que lo dicen los mismos que aplauden a Emiliano García Page por llevarle la contraria a Sánchez, de manera que allá cada cual con sus contradicciones.

Publicidad

Si estos partidos de Estado aspiran a mantenerse y no ser víctimas de la fragmentación, no les queda otra que ser sensibles a las singularidades y las necesidades de cada territorio. El origen del actual nacionalismo político está precisamente en haber antepuesto la solución a esas especificidades. Pero es más: desde 1978, la Constitución consagra un modelo territorial que no solo se refleja en el Estado de las autonomías, sino en el mismo modelo de representación en las Cortes, que está anclado en el concepto territorial.

Así las cosas, yo sí estoy entre los que felicita al PP de Domínguez por tener presente dónde está y lo que toca.

Este contenido es exclusivo para registrados

Regístrate de forma gratuita

Publicidad