La condena de Le Pen

La reacción de Le Pen no se ha hecho esperar y ha puesto el grito en el cielo. Como suele suceder en estos casos, se ha presentado como una víctima de una conspiración de los poderes fácticos, incluyendo a gobernantes y jueces en el mismo saco. Frente a eso, llama a las masas a salir a la calle en su defensa, al tiempo que activa un recurso para evitar la inhabilitación como candidata.

Por si fuera poco, el asunto está teniendo trascendencia internacional. Le Pen es la aliada ideológica de Donald Trump, Milei, Elon Musk y Orban, entre otros, y de ellos ha recibido mensajes de apoyo. Trump ha comparado lo de la dirigente del Frente Nacional con su caso, un símil que no sé si le ha hecho mucha gracia a Marine Le Pen porque estamos hablando de una condena por distorsionar el proceso electoral pagando el silencio de una actriz porno con la que se había ido a la cama.

En estos casos es curioso cómo cambia el punto de vista según el interés de cada uno. Si un juez abre una investigación sobre la gestión del Gobierno de turno, el partido de la oposición aplaude la iniciativa y ve así corroboradas sus sospechas, pero si es a la contra, todo es fruto de una conjura con togas manchadas por intereses políticos.

Además, este asunto ofrece una contradicción añadida si atendemos al ideario de Le Pen y compañía:los mismos que han cuestionado la utilidad de la Unión Europea y de sus instituciones, resulta que son condenados por un uso ilícito de las ayudas que, como partido, reciben de esas entidades.

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Veremos cómo sale Le Pen del trance pero no está de más recordar que su partido ha ido creciendo en votos y eso es un mérito a tener en cuenta para ella y los suyos, así como un demérito del resto de fuerzas políticas. Las urnas son sagradas y si allí está el Frente Nacional es porque los electores han confiado en él. Ahora la pregunta es si mantendrán esa confianza con Le Pen fuera de juego.