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El Reino Unido y los Juegos Olímpicos han sido escenario estos días de sendos casos que demuestran lo que pasa cuando la desinformación campa a ... sus anchas, los bulos se expanden y la propagación de los mismos le sale gratis a quienes lo hacen pese a su indubitada intención de sembrar el germen de la discordia. Y en ambos casos batallar contra esa estrategia desde la ausencia de mecanismos legales contundentes, que sean además de ámbito transnacional, es una aventura condenada al fracaso.
Vayamos con el caso británico:un joven armado con un cuchillo ataca a varios niños en un centro de recreo en el Reino Unido. El joven es detenido y se activa el protocolo existente en esos casos en aquel país, que prohibe divulgar cualquier dato que ayude a identificar al agresor por el hecho de que es menor de edad. Lo que sucedió entonces fue que se propagó el bulo de que se trataba de un chico solicitante de asilo que había entrado en el Reino Unido por barco de manera ilegal. ¿Qué hay de cierto en ello? Pues más bien poco, o nada. El detenido es galés de nacimiento y sus padres vieron la luz en Ruanda. Pero dio igual si era verdad o no: se propagó a través de las redes sociales, se lo creyeron los que confunden comunicarse con informarse y todo derivó en manifestaciones ilegales, destrozos del mobiliario urbano y de propiedades privadas, duros enfrentamientos con los policías y una situación propia de una guerrilla urbana que se ha extendido por buena parte del país.
En el caso de los Juegos de París, el bulo tuvo como víctima a una boxeadora argelina hiperandrógina, cuestión médica que se tiene o no se tiene, que no se elige y que suele ir asociada a patologías muy graves. Pero lo que decía el bulo es que se había colado una deportista transexual. Eso sí, los autores de la mentira tóxica pasaron por alto que difícilmente Argelia, que no es precisamente un ejemplo en materia LGTBI, iba a promocionar internacionalmente a una deportista trans. Pero la mecha prendió fácil:tras derrotar a una boxeadora italiana, la ultraderecha de ese país cargó contra el olimpismo por dejar competir a un hombre en categoría femenino (así de literal) y el incendio se extendió. La misma Italia, por cierto, que aplaude a una modelo hiperandrógina en un desfile de la pasarela de Milán pero que la quiere linchar si sube al ring y derrota a una compatriota.
Son dos ejemplos de los muchos de la fauna que habita en la selva de la desinformación. Esa en la que vivimos... o más bien sobrevivimos.
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