Ha llegado el día: Donald Trump regresará este lunes a la Casa Blanca en calidad de presidente número 47 de la nación más poderosa del ... planeta, con lo que será la persona con mayor capacidad de decisión sobre la vida del resto de humanos. Lo hace tras una victoria en las urnas que es incontestable, de manera que, desde el punto de vista democrático, nada que objetar. Podremos recordar otros episodios en el pasado siglo de líderes luego convertidos en odiosos dictadores y también genocidas que fueron aupados por las urnas, pero por eso mismo la democracia es benditamente imperfecta: permite eso y también cuenta -si funcionan adecuadamente- con mecanismos para evitar el fruto de esas imperfecciones. Otra cosa es que el líder de turno desactive por la ley o por la fuerza esos contrapesos.
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En su discurso de despedida, el todavía presidente Biden alertó a los estadounidenses de que con Trump llega una forma de poder similar a la plutocracia. La figura de Elon Musk y la de otros magnates alrededor de Trump así lo corroboran, multimillonarios que no solo contribuyeron a la campaña electoral del Partido Republicano con generosas donaciones, sino que incluso están siendo elegidos para cargos en la administración entrante -en realidad, así ha sido desde el inicio de la democracia en EE UU y no hay más que repasar el criterio para designar a los embajadores en las principales cancillerías-.
Lo que chirría del discurso de Biden es que da la sensación de que este hombre descubrió el poder de esos peligrosos aliados de Trump ayer mismo. Musk no es un recién llegado a la cima del dinero y la influencia política, como tampoco lo son Bezos y Zuckerberg, reconvertidos ahora en seguidores de Trump siguiendo un principio muy anterior a la irrupción de los algoritmos: 'a rey muerto, rey puesto'. Se trata de fortunas que empezaron a amasarse en los tiempos de Obama, con Biden en la Vicepresidencia, que despuntaron en el primer mandato de Trump y que siguieron creciendo en dinero e influencia en los cuatro años de Biden en el Despacho Oval. ¿Qué hizo para poner frenos? Y la pregunta no es ociosa en un país donde precisamente se consagra lo de poner vetos a los monopolios y garantizar la concurrencia y la libertad -o eso nos han contado hasta la fecha-.
Si la democracia que nace con Trump es más débil, bastante de responsabilidad tendrá en ello Biden. A fin de cuentas, él también fue el hombre más poderoso del planeta durante cuatro años.
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