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El Congreso de los Diputados ha sido escenario esta semana de una nueva demostración de la debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez, que está muy ... lejos de garantizar a día de hoy los apoyos que hicieron posible su investidura. El llamado bloque progresista se diluye cada vez que toca votar; los partidos a la izquierda del PSOE reprochan a Sánchez y a los suyos la nula voluntad negociadora y, por si fuera poco, ni siquiera dentro del Consejo de Ministros hay unidad de criterio.
La persistencia de esa situación en el tiempo es ya una anomalía democrática. Sobre todo cuando impide al Ejecutivo cumplir con el mandato constitucional de presentar un proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado. Se trata de la piedra angular de la legislación anual, con el añadido de que las cuentas estatales marcan en gran medida la economía del país.
La ausencia de Presupuestos pasa factura, por tanto, no solo a la administración estatal, sino que también condiciona a las autonomías, los ayuntamientos, cabildos y diputaciones. Y obliga a los inversores privados a una prudencia adicional que se acaba traduciendo en la ralentización o incluso la suspensión de nuevas inversiones. Un país sin Presupuestos es, en suma, más débil.
El escenario se complica ahora que la Unión Europea obliga a un incremento presupuestario en defensa tras el giro estratégico dado por Estados Unidos con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Por más que Pedro Sánchez pretenda pontificar al respecto en Bruselas, lo cierto es que no puede siquiera poner orden en su Gobierno, con los ministros de Sumar negándose a ese incremento y con Podemos y los independentistas también instalados en la tesis contraria a la que defiende el presidente.
Canarias también está sufriendo los estragos de la ausencia de Presupuestos. Lo saben bien las compañías aéreas, que están soportando la demora del Gobierno en el abono de la subvención al transporte de residentes. La deuda millonaria no para de crecer y las buenas palabras de ministros y cargos orgánicos socialistas no sirven de consuelo.
Si Sánchez no puede presentar Presupuestos y aprobarlos, lo coherente es que se someta a una cuestión de confianza. Hoy, mejor que mañana. Y, si no, siempre tiene otra opción: dar por finiquitada la legislatura y que los ciudadanos decidan en las urnas.
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