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Hace una semana, el fútbol español vivió una página para la historia, con la selección femenina ganando con brillantez la final del Mundial disputado en ... Australia y Nueva Zelanda. Con solo tres participaciones mundialistas, el equipo entrenado por Jorge Vilda se colgaba la medalla de oro y se metía a todo el país en el bolsillo. A la calidad demostrada sobre el césped, se unía el mérito de confirmar que el fútbol femenino rompía el techo de cristal que durante mucho tiempo había creado el balompié masculino.
Esa gesta quedó, por desgracia, opacada por el comportamiento del presidente de la Ral Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, que actuó como un 'hooligan' en el palco de autoridades, con la reina Letizia y la infanta Sofía a su lado, y después estampó un beso en los labios de la futbolista Jennifer Hermoso.
Hablando de Rubiales, cabe recordar que, por desgracia, llueve sobre mojado en cuanto a escándalos: su trayectoria en la RFEF ha estado salpicada de polémicas, denuncias y controversias, todo ello aderezado con unas formas impropias de alguien con la alta responsabilidad del cargo que representa y de la proyección internacional del mismo.
Entrar a dirimir si el beso fue o no consentido ya es casi secundario. No debiera ser así, pero es que cuando parecía que Rubiales había tocado techo en cuanto a ignominia, volvió a subir el listón el pasado viernes con su intervención ante la asamblea de la Real Federación Española de Fútbol. Además de no dimitir, 'regaló' a los presentes y a quienes le seguían a través de los medios de comunicación un discurso impropio de quien representa un deporte. Para más inri, utilizó en su defensa a sus propias hijas, incluidas menores de edad, a quienes pretendió dar una lección sobre igualdad y feminismo que entra en la antología del bochorno. Y del machismo.
La Federación Internacional de Fútbol acordó ayer apartarlo de su cargo durante tres meses, además de ordenar que se aleje de Jennifer Hermoso. Es triste que tenga que venir un organismo foráneo a hacer el trabajo que debió corresponderle a la Federación Española. Como también es lamentable que las impresentables palabras de Rubiales cosechasen el aplauso de los presentes, incluidos los seleccionadores de fútbol masculino y femenino.
Ante la evidencia de que Rubiales ha decidido atrincherarse, bienvenido sea el paso al frente de la FIFA. Pero no vale con tres meses de suspensión de funciones: Rubiales no debe volver al cargo y el fútbol español tiene una deuda pendiente con sus jugadoras. Cuanto antes quede saldada, mejor.
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