Quédense con el nombre: 2024 YR4. Sin duda la noticia de la semana que acaba, por aquello de tratar de obviar el último dislate de ... Trump y su propósito verbal de expulsar a los palestinos de la Franja de Gaza para construir allí un resort de lujo. O por no hablar de oficinas de artes escénicas.
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Un asteroide, éste ya mundialmente conocido como 2024 YR4, cuya detección en el espacio y ruta astral estimada ha provocado por primera vez en la historia que Naciones Unidas haya activado el Protocolo de Seguridad Planetaria, dada la inicial estimación de un 1,6% de probabilidad de que la roca en cuestión choque contra la Tierra justo el día del sorteo de la Lotería de Navidad (22 de diciembre) del año…2032. No por perennes hambrunas, previsibles invasiones, guerras en curso o matanzas atroces. Un protocolo de seguridad mundial…por una piedra danzarina en las estrellas.
Un 1,6% de probabilidad que, sepan ustedes, ha subido ya en las últimas horas a un 2,3% en nuevos cálculos realizados tanto por la NASA como por la Agencia Espacial Europea (EASA). Por lo que parece que, en términos astrofísicos, no está de más seguir pendientes de la evolución de la susodicha piedra espacial. Si bien, como han informado los científicos expertos en la materia, en breve el asteroide desaparecerá de los campos de visión tecnológica por aquello de órbitas y similares, y no será de nuevo hasta 2028 en que volvamos a observarlo desde aquí abajo, para poder entonces recalcular trayectoria y riesgo con mucha mayor definición y precisión. Dios nos dé salud.
Si, por lo general, la comunidad científica determina que la probabilidad de que un asteroide de gran tamaño (a partir de 50 metros de diámetro) choque contra la Tierra es de un 0,001%, resulta entendible que al determinar una probabilidad de 1,6% para 2024 YR4, la ONU haya activado la mencionada alerta o Protocolo de Seguridad Planetaria. Mucho más ahora que ya sabemos que la posibilidad se ha incrementado en menos de 48 horas en más de un 50%, al situarse en ese mencionado 2,3% de 'opciones' de viabilidad del choque no deseado.
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Y a mí en particular y aun relativizando claro está la noticia, poco tranquilo me dejan las informaciones que apuntan a que las regiones que podrían verse afectadas por el posible supuesto impacto sean las del este del océano Pacífico, la zona norte de América del Sur, el sur de Asia y el Océano Atlántico, «quedando Europa fuera de esas previsiones».
Contactemos con 2024 YR4 para hacerle saber que Canarias es también parte de Europa. Y de paso también a La Moncloa por aquello, no ya de que nuestro archipiélago sigue siendo parte de España y, año tras año, destino turístico preferido de millones de europeos. Sino por aquello de no haber solicitado a la UE la activación urgentísima e inmediata del Frontex para afrontar la avalancha y tragedia humana en la ruta migratoria más peligrosa del mundo: la ruta canaria.
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Uno de los sistemas de sectorización territorial terrestre utilizados en los sistemas de información geográfico es el conocido como 'la malla UTM de Mercator'. Hablando en llano, ese mapa terrestre extendido y configurado por cuadrículas generadas a su vez por el cruce entre las líneas latitudinales y las longitudinales. Siendo un total de 360 las cuadrículas que presenta el plano en su totalidad.
Al referir las cuatro zonas geográficas señaladas por los astrónomos como de potencial impacto del meteorito, es fácil de deducir que el Océano Atlántico tiene un 25% de ser el receptor del pedrusco. Y a su vez, al estar configurado el Atlántico por unas 200 cuadrículas (una de ellas, la de nuestras Islas Canarias) según esa 'malla UTM de Mercator', la probabilidad de que el 22 de diciembre de 2032 a Canarias le toque la pedrada –que no pedrea- espacial es de un 0,5% siempre y cuando el bólido sideral opte finalmente por el Atlántico como punto de contacto directo e inmersivo con nuestra civilización.
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Para que se hagan una idea, la probabilidad de que nos toque el 'Gordo' de Navidad es de 1 entre 100.000, o sea, de un 0,001%. Comparen. Tenemos 'números' como para no dejar de mirar al cielo.
Y lo que sin duda debe congratularnos de toda esta historia tipo remake del Armageddon de Bruce Willis, es la enésima fantástica relevancia que vuelve a adquirir y a protagonizar el Instituto Astrofísico de Canarias, nuestro –en primera persona del plural del posesivo canario orgulloso- centro de investigación astrofísica de referencia mundial. El cual, gracias a la capacidad tecnológica de los Observatorios del Teide y del Roque de los Muchachos, respectivamente, así como al excelso nivel profesional de investigadores y doctores técnicos y científicos, y resto de personal que en ellos trabajan, vuelve a jugar un papel fundamental en la red internacional de seguimiento que respecto a 2024 YR4 se ha activado en todo el globo terráqueo.
Con un destacado específico papel, además, del Gran Telescopio de Canarias (nuestro 'Grantecan') del Roque de los Muchachos, actualmente el telescopio óptico-infrarrojo más grande del mundo. Con una capacidad tecnológica tal que, aún situándose el asteroide en cuestión a una distancia 'próxima' a la Tierra de unos 830.000 kilómetros (más de dos veces la distancia a la Luna), ha sido capaz de proporcionar información a los investigadores acerca de su composición: «una roca formada por silicatos y algo de metal», en palabras de los doctores Julia de León y Javier Licandro, del IAC.
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Un GTC, o Gran Telescopio de Canarias, impulsado desde finales de los años 90 por Canarias y por España, y a cuyo proyecto también se unieron México y Estados Unidos, además de, más recientemente, China. Esos México, Estados Unidos y China que ahora bailan la yenka al son del Trump más alocado, bien en torno a la deportación sin protección jurídica alguna de miles y miles de migrantes (incluso habiéndose desatado en varios estados norteamericanos la fiebre del 'cazarrecompensas delator'); bien en torno a disparatados aranceles comerciales que, de seguir así, claro que también un tremendo impacto en nuestra economía. Al modo de 2024 YR4, pero en nuestros bolsillos. Y por no mentar en lo que suelen acabar los conflictos comerciales que se cronifican: en conflictos bélicos trufados de intereses económicos. Ahí está la Historia.
Un GTC inaugurado en julio de 2009 por los anteriores Reyes de España, representantes ellos -los de entonces y los actuales- de esta nuestra sólida y validada monarquía parlamentaria que especialmente a través de la figura de Su Majestad el Rey Felipe VI mantiene una altísima valoración (niveles superiores al 73%, o sea, 7,3 sobre una puntuación máxima de 10) por parte de la sociedad española.
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Una valoración que prácticamente se mantiene estable desde el momento en que aconteció el 01 de octubre de 2017 la infamia de la fugaz declaración unilateral de independencia y acontecimientos posteriores por parte del prófugo Puigdemont y acólitos. Y que aún siete años después se mantiene invariable, con ese 76% de españoles (y 78% de valencianos) que respaldaron la visita del Rey y de la Reina a Paiporta tras la terrible dana sufrida, frente al 64% de españoles (y 68% de valencianos) que reprocharon que el presidente Sánchez abandonara la comitiva mientras los Reyes seguían consolando a los ciudadanos en medio del fango y de la tragedia.
Un Rey –o nuestra monarquía parlamentaria- con cuya defensa pública parece que tampoco se alinea ahora el actual ministro de Asuntos Exteriores, señor Albares, al haber destituido recientemente y para sorpresa de fuentes diplomáticas de aquí y de allá, al ahora ya exembajador español en Croacia. Ello, según las malas lenguas, por haber publicado un artículo en el digital El Confidencial y en defensa del Rey Felipe VI titulado 'La proyección exterior de nuestra monarquía parlamentaria'. Artículo que seguro, más que al propio Albares, molestó sobremanera a sus socios independentistas.
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Y por cosas como estas trumpadas inmorales y trompadas anticonstitucionales –entre tantos otros disparates que se han desatado en nuestro alrededor- es por lo que uno se aferra a la posibilidad de una anticipada y metafórica caída del 2024 YR4, no ya en cuadrícula geográfica, sino en milimétrica precisión respecto a demasiadas estrafalarias y anómalas políticas gubernamentales que, cual dañino impacto de un asteroide, es imposible que conduzcan a nada bueno. Por lo que ¿y si la pedrada (insisto metafórica y milimétrica) cae aquí?
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