La manifestación bajo el lema 'Canarias tiene un límite', acontecida en nuestras ocho islas el pasado sábado 20 de abril, resultó un éxito en términos ... de participación social e impacto comunicativo, y, sobre todo, en términos garantistas en lo que a uno de los principales bastiones de la democracia española se refiere: la libertad de expresión.
No obstante, y a pesar de lo anunciado inicialmente por los convocantes del 20A en el sentido de que su contrariedad y concentración nada tenían que ver con un sentimiento de turismofobia, la realidad de lo final y cívicamente sucedido en nuestras calles dejó a la vista el objetivo final de 'Canarias tiene un límite': señalar desmesuradamente a nuestro principal motor económico, el turismo, como el responsable de los males socioeconómicos que afectan, desde hace años, a nuestra tierra.
«Multitudinarias manifestaciones en Canarias contra la masificación turística», fue el enunciado de la noticia de apertura del informativo de TVE 1. «Protestas masivas en Canarias contra los turistas», titularon los principales diarios de Alemania. «Miles de personas en Canarias protestan contra un modelo de turismo insostenible», refirieron los medios británicos.
En ningún caso, manifestantes, pancartas y megáfonos pusieron el grito en el cielo por esas 147.952 citas médicas ( a 31 de diciembre pasado) que no llegan a quienes esperan por una consulta de especialidades, o por esas 33.751 personas (en esa misma fecha) en Canarias a las que no les llega -no al menos antes de 146,52 días- una llamada para una intervención quirúrgica.
En ningún caso, caracolas, chácaras y tambores emitieron sonido de protesta alguna en favor de esas 20.000 familias canarias a las que no les llega la tan prioritaria ayuda económica a la dependencia, con un tiempo de espera que se sitúa ahora mismo en 647 días (frente a los ¡997 días de 2022!), casi dos años desde que cursan la solicitud. Con el agravante moral de que, en muchas ocasiones, cuando por fin las reciben, sus familiares necesitados ya han fallecido.
En ningún caso, banderas siete estrellas verdes ondearon al viento el 20A en señal de protesta por esas urgentísimas ayudas económicas y adaptación racional de exigentes requisitos que no llegan a los seis principales colectivos agrícolas y ganaderos canarios, en los que se engloban unos 70.000 sacrificados profesionales de nuestro sector primario. A los cuales, por cierto, cada vez más también les llega menos agua para hidratar sus tierras o para alimentar sus ganados. Tanto por la sequía, como por mucha e ineficiente canalización pública de tuberías.
En ningún caso, pinturas faciales o camisetas seragrafíadas de guerra el 20A se referían, a través de sus símbolos o mensajes, a esas más de 9.500 plazas sociosanitarias que no terminan de llegar para nuestros mayores, muchos de ellos quedando en el limbo físico del pasillo que va de Urgencias a la cafetería del hospital de turno. Y en el limbo moral de quienes allí los dejan abandonados.
En ningún caso, 'posteos' en redes sociales de las personas manifestantes el 20A, exponían su queja y enfado por esas soluciones definitivas que siguen sin llegar en aras a reducir drásticamente los colapsos en las carreteras, principalmente en Tenerife (TF1, TF5), algo menos en Gran Canaria (GC1). Tenerife, por cierto y ejemplo, donde el propio Cabildo Insular ha detallado, a final de 2023, que sólo el 7% de vehículos en atascos corresponde a turistas, frente a un 93% de conductores locales.
En ningún caso, danzas y bailes de protestas en pro de una mayor concienciación medioambiental de la propia ciudadanía residente en Canarias, la cual sólo separa 7 de cada 100 kilos de residuos que deposita en los contenedores de basura, con un 82% de basura 'toda mezclada', un 7% de papel, y un 11% de otros residuos de gestión separada, según datos del INE en su última 'Estadística sobre recogida y tratamiento de residuos urbanos' Y todavía hay, a la izquierda de la izquierda, quien sigue empeñada en que los turistas son un problema «porque tiran las toallitas a las alcantarillas».
En ningún caso, pitos de rabia el 20A por una nefasta actual Ley Estatal de Vivienda que, no sólo limita e imposibilita la llegada al mercado residencial de mayores oportunidades de habitabilidad a través de viviendas ya disponibles en el mercado (unas 200.000 vacías, se estima en Canarias), dado el temor de sus propietarios especialmente ante el fenómeno de la okupación. O pitos y gritos contra el fracaso, en la anterior y última legislatura autonómica, del programa 'Vivienda Vacía' del anterior Gobierno de Canarias, al cual, a pesar de esa ingente cantidad de viviendas disponibles en el mercado privado, sólo se adhirió…una vivienda/un propietario, aún a pesar de que se les garantizaba una renta fija durante siete años.
0 protestas, 0, contra todos los fracasados servicios, infraestructuras o programas públicos esenciales en aras al incremento progresivo del bienestar social y económico de la sociedad canaria.
Miles de protestas y protestantes contra lo único que sí que, de verdad, bueno y más que necesario, nos llega: el turismo. Con sus facetas, aspectos y áreas particulares de mejora, sin duda. Pero nunca culpable y responsable de todo lo anterior y detallado que no nos termina de llegar a los canarios, por una histórica e ineficaz, ineficiente, incapaz y/o cortoplacista gestión desde determinadas esferas, instituciones y/o representantes de lo público.
Conforme al actual dato de plazas turísticas alojativas existentes en Canarias, en sus distintas modalidades hoteleras y extrahoteleras (incluyendo apartamentos, casas rurales y viviendas vacacionales), los 16 millones de turistas contra los que también se ha protestado el 20A, vienen a representar en torno a un 75-80% de ocupación turística, no más. Generando dichos 16 millones de visitantes, como reseñado en exposiciones anteriores, más de 350.000 empleos en el turismo y sector servicio de Canarias.
Al ser consultado recientemente en entrevista radiofónica el actual senador socialista por Tenerife, y hasta 2023, Consejero de Transición Ecológica y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias, Jose Antonio Valbuena, acerca de cuál sería en su opinión la cifra máxima de turistas que debería recibir anualmente Canarias, éste, sin pensarlo, respondió que «12 millones».
En el año 2011, Canarias recibió la cifra exacta de 12.000.324 turistas, tal y como desea y estima el senador Sr. Valbuena. El empleo generado por nuestro principal motor económico rondaba entonces los 262.000 puestos de trabajo, según el estudio Impactur 2011. Y el porcentaje de paro en el archipiélago fue, en ese año y según la EPA, de un 30,9%, con un total de 341.900 parados en el archipiélago.
En el reciente 2023, con los referidos 350.000 empleos vinculados al turismo en Canarias, la EPA ha referido un total de 196.400 desempleados, cerrando dicho ejercicio con un 16,2% de paro. Y ello a pesar, incluso, de un crecimiento poblacional, de 2011 a 2023, de +142.000 nuevos habitantes.
Que explique, pues, el Sr. Valbuena -o quien quiera que sea que ahora se adhiere a la demagogia y al oportunismo, o que ondea la bandera y porta la pancarta-, a qué se dedicarían, laboralmente hablando, aquí en Canarias y de la noche a la mañana, las casi 100.000 personas que volverían proporcionalmente a las listas del paro si nos retraemos a cifras de visitantes de 2011. Pero que, primero reflexione cinco días, y luego se lo explique directamente a ellos, a ellas o a mí mismo, mirándoles, mirándome a los ojos.
Ojalá, sí, hubiese contemplado yo a nuestra gente en la cabecera de telediarios, informativos y periódicos protestando el 20A, como las circunstancias y hechos merecen. Pero no contra el turismo. En cuyo caso, yo también me habría echado a la calle.
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