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Nacidos para joder al 4 de julio
David Morales Déniz
Diputado autonómico Partido Popular de Canarias. Director de empresas y organizaciones turísticas.
Sábado, 1 de marzo 2025, 21:17
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David Morales Déniz
Diputado autonómico Partido Popular de Canarias. Director de empresas y organizaciones turísticas.
Sábado, 1 de marzo 2025, 21:17
Let's be honest, the European Union was formed in order to screw The United States. That's the purpose of it, and they have ... done a good job of it». «Seamos honestos, la Unión Europea nació para joder a los Estados Unidos. Ese era su propósito, y lo han hecho bien».
Durante la reciente comparecencia de Donald Trump en la que anunciaba la próxima imposición de aranceles comerciales de hasta un 25% también a Europa –en línea con los aplicados a México y Canadá-, el presidente estadounidense se apuntaba un nuevo tanto con el singular giro discursivo antes transcrito, sobre todo por la vulgar semántica del verbo utilizado.
Si bien se reconoce el 01 de noviembre de 1993 como la fecha de nacimiento oficial de la UE, vía firma del Tratado de Maastricht, en términos generales se considera que la historia moderna de la actual Europa transcurre desde el final de la II Guerra Mundial hasta nuestros días.
O por lo que parece ahora, si no hasta nuestros días, sí que hasta que el singular triunvirato de tradicionales potencias enfrentadas conformado entre USA, Rusia y China considere conveniente para sus intereses tratar de iniciar la deconstrucción paulatina de la unión política, económica y social que caracteriza a nuestro continente. Por cierto, un vastísimo mercado económico que no deberían minusvalorar si nos ponemos pragmáticos en el análisis de situación sobre restricciones arancelarias.
Y quizás por ello Ucrania, aun no siendo miembro nato de la UE, pero sí con elevada integración en nuestro ecosistema europeísta (con participaciones incluso en Eurocopa o Eurovisión, al igual por ejemplo que Turquía), pueda estar sirviendo a dichas potencias antagónicas como banco de pruebas sobre el que ejercer experimentos invasores, pruebas bélicas o para establecer acuerdos abusivos respecto a la posterior cesión de sus recursos de toda índole. La historia, también en esto, se repite.
Y con ello dar pasos de gigantes -nunca mejor dicho- hacia una posible y probable reconfiguración de un nuevo orden mundial inimaginable hasta hace escasamente un mes y medio. Empiezan por Ucrania, fantasean con Canadá y Groenlandia, y merodean por Taiwán. La Luna, en breve.
Con Europa noqueada por la 'trumpada' recibida por el sentido del nuevo alineamiento norteamericano con Putin, y viéndolas venir respecto a por dónde puede llegar el siguiente golpe. Pero al mismo tiempo intentando reagruparse y reafirmarse en torno a un proyecto común de unos 740 millones de habitantes, cuatrocientos millones de personas más que las que ahora rezan, por motivos bien diferenciados, ante las andanzas muskianas de su recién estrenado comandante en jefe.
Un proyecto común que, tras la barbarie de esa II Guerra Mundial que provocó la muerte de más de 60 millones de personas entre militares y civiles, comenzó sobre la base de la reconstrucción a partir de las necesidades materiales básicas de la época: el carbón y el acero. Además de los alimentos para los supervivientes. Naciendo así en 1951 la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (C.E.C.A.) conformada por Francia, Bélgica, Italia, Países Bajos, Luxemburgo y Alemania Occidental.
Pero incluso debiendo destacar que dos años antes de la creación de la C.E.C.A., en mayo de 1949 y mediante el conocido como el Tratado de Londres había visto la luz el Consejo de Europa, considerada la más antigua de las organizaciones que persiguen los ideales de la integración europea.
Hasta el punto de que actualmente forman parte del Consejo un total de 46 países miembros, todos los de la Europa más integral y extendida conforme a su consideración geográfica, con la única excepción de Ciudad del Vaticano, Kazajistán, Bielorrusia y Rusia, en estos tres últimos casos por la incompatibilidad de sus regímenes políticos respecto a la Europa de las libertades.
Un Tratado de Londres y un Consejo de Europa ideado primariamente por una de las personalidades históricas que no dudó en ponerse al frente del objetivo de liberar a Europa del yugo y barbarie nazi: Winston Churchill, quien nada más finalizar la guerra apuntó a la necesidad de crear lo que él denominó los Estados Unidos de Europa, con el especial objetivo de fortalecer imperiosamente todo el continente para evitar la repetición de un siguiente estallido militar, tras las dos grandes contiendas bélicas que arrasaron Europa entre 1914 y 1945.
Todo un Hombre de Estado, Churchill, magníficamente llevado al cine en numerosas películas de entre las cuales sin duda sobresale –y recomiendo- 'El instante más oscuro' ('Darkest hour'), ganadora de ocho Óscars en la edición de estos premios en 2018, con una irrepetible interpretación de Gary Oldman ('JFK', 'Drácula' de Bram Stoker, 'Harry Potter', 'Batman The Dark Night') en el papel del líder británico.
Un Winston Churchill (1874-1965) político, militar, escritor y estadista británico, y Primer Ministro del Reino Unido durante prácticamente toda la II Guerra Mundial (1940-1945), además de una segunda etapa (1951-1955) al frente del gobierno británico en representación del Partido Conservador, sin duda una de las personas más influyentes en la historia moderna de la humanidad y que a lo largo de su carrera dejó frases para la historia.
«El problema de nuestra época es que los hombres no quieren ser útiles, sino importantes». «El precio de la grandeza es la responsabilidad». «Construir puede ser la tarea lenta y laboriosa de años, destruir puede ser el acto irreflexivo de un solo día». «Un hombre hace lo que debe, a pesar de las consecuencias personales, a pesar de los obstáculos, peligros y presiones, y eso es la base de la moral humana».
Reflexiones y sentencias en torno a la utilidad, la responsabilidad o la moral que casi ochenta años después no sólo se vuelven a hacer presente, sino más necesarias que nunca ante el nivel cualitativo, democrático e institucional de gobernantes como Trump o Sánchez que anteponen el poder por el poder a cualquier precio, como única aspiración motivacional, retorciendo maquiavélicamente todos los vericuetos posibles, sin nocturnidad y con alevosía, de la estructura constitucional definida por sociedades modernas y democráticas. ¿O acaso en España no era anticonstitucional la amnistía?
Aún ello suponga, respectivamente en cada caso, llevarse por delante y arrasar –directa o indirectamente- toda la humilde y escasa infraestructura urbanística de la Franja de Gaza para crear y enriquecerse con la Beverly Hills de Oriente Próximo. O llevarse por delante y arrasar con las costuras de nuestra configuración constitucional y democrática basándose para ello, entre otros, en las continuas y más que reprochables concesiones a condenados en firme por sedición y golpe de estado y a un prófugo de la justicia origen de todo lo anterior al que sigue rindiendo máxima pleitesía.
'Nacido el cuatro de julio', dirigida por Oliver Stone y protagonizada por un joven Tom Cruise, fue otra de esas exitosas y oscarizadas películas que han pasado a la historia de la cinematografía. Pero se equivoca Trump al salir con el exabrupto de que la Unión Europea se formó para «joder» a Estados Unidos.
La UE surgió –como ya señalado- para reconstruir el continente y poner punto final al derramamiento de sangre entre países hermanos en todo su espacio sociopolítico por conflictos bélicos sin sentido. Así como para consolidar la democracia y la libertad frente a extremistas de uno y otro espectro.
Porque ya también lo dijo acertadamente Winston Churchill, «el que se humilla para evitar una guerra, tiene la humillación y tendrá la guerra». Y porque no, Donald. Europa no nació para joder al cuatro de julio, día del año 1776 en que los Estados Unidos se independizó del Imperio Británico.
Sino que ya lo anticipó hace doscientos cincuenta años tu antecesor y primer presidente, George Washington: «Un día, sobre el modelo de los Estados Unidos de América, llegarán a existir los Estados Unidos de Europa». Donald, please, be quiet, my friend.
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