Vea la portada de CANARIAS7 de este domingo 27 de abril de 2025

Se acerca la Navidad y la incertidumbre vuelve a invadirnos. Desde los que no saben si comprarse la entrada de la fiesta de fin de año de turno a riesgo de que se cancelen los eventos, pasando por los dueños de bares y restaurantes, quienes temen que nuevas restricciones cercenen la época de más caja del año, hasta los miles de trabajadores cuya estabilidad depende del turismo y saben que las consecuencias de los cierres en Europa pueden ser fatales. La gravedad en los casos citados es muy desigual, eso es evidente, pero a todos ellos les acercan una solución que podría paliar estos males: el certificado covid.

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Es una muy buena noticia que el TSJC avale una medida que cada vez va ganando más adeptos en España y en el resto del continente y que, a mi modo de ver, solo cuenta con ventajas. Por un lado, evitará limitaciones horarias y de aforo en la hostelería durante unas fechas que deben servir como punto de inflexión para la recuperación de la peor época que ha vivido este sector en su historia reciente. Y aquí incluyo también al ocio nocturno, que se ha visto aún más sometido.

Y, por el otro, dará un impulso a la vacunación, estancada desde hace tiempo en ese alrededor del 80%, a pesar de que los datos no hacen si no evidenciar su efectividad. Porque aunque los contagios se sigan produciendo entre los que se han administrado las correspondientes dosis, los efectos del virus son muchos más virulentos en los no vacunados. Y, ¿por qué no decirlo? Obligar a los negacionistas a quedarse en casa o a rascarse el bolsillo en PCRs siempre será mejor que asestar otro golpe a nuestra economía. O, por lo menos, es más justo.

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