Cautivo y desarmado...

Hay mucho interés por lo que dirá hoy el parte de guerra del Partido Popular. Muchos dan por hecho que detallará cómo, cautivo y desarmado, Pablo Casado entregó la cabeza de Teodoro García Egea, que se inmoló por salvar a su señor... pero quizás el sacrificio sea tarde y el soldado Casado sea insalvable.

La imagen ayer de miles de personas rodeando la sede nacional del Partido Popular no fue especialmente aleccionadora. En las democracias consolidadas, estas cosas no son habituales. En las democracia muy débiles, son el principio del fin. Y quizás estemos ante eso: el inicio de una nueva página en el PP, con García Egea fuera de la ecuación, con Pablo Casado con una fecha de caducidad muy breve y con Isabel Díaz Ayuso triunfante, alabada por las masas, convertida en la Agustina de Aragón que salva los ideales de la derecha... más aún: la versión femenina de Don Pelayo, de manera que con ella se iniciará la reconquista...

Con ella y con Santiago Abascal, por supuesto. Para echar más leña al fuego, ayer dos medios de comunicación madrileños muy próximos a las tesis de Díaz Ayuso se desayunaron con sendos sondeos que apuntaban un 'sorpasso' por la derecha, con Vox superando en intención de votos al PP y con el PSOE como el partido más votado. Según esas estimaciones, la suma de escaños de Vox y PP no daría mayoría absoluta, pero raspando de aquí y de allí podrían conseguirlo. En todo caso, quizás Abascal debería tomarse con calma esos sondeos que aventuran un 'sorpasso': en la memoria de todos está cómo Pablo Iglesias creyó que podría superar al PSOE y fracasó, así como el momento en que Albert Rivera pensó que su partido iba a ser el más votado, justo el instante en que empezó a escribir el acta de defunción de Ciudadanos.

Hoy Pablo Casado se reúne con su equipo directivo y tiene pinta de ser un día clave para él. Si pasa la jornada de este lunes como presidente nacional, puede que tenga alguna posibilidad. De manera que no descartemos un fin abrupto, fruto de la presión de los 'ayusers', así como de los barones, que evidentemente no quieren en la secretaría general, ni en despacho alguno de Génova, a alguien que mande sobre ellos.

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Como la memoria es frágil, cabe recordar que estamos hablando de un partido que hace diez días se frotaba las manos pensando que había tumbado al Gobierno con la votación de la reforma laboral. Un partido que aspira a gobernar España con el argumento de que ya es hora de ser serios y hacer bien las cosas... O sea, lo contrario de lo que estamos viendo.