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El Rocasa es patrimonio de Canarias por méritos deportivos pero también por su valor socialRocasa, patrimonio de Canarias', era el título con el que Kevin Fontecha, redactor de este periódico, abría la crónica en la que daba cuenta de la conquista del tercer titulo continental del equipo femenino de balonmano del barrio de Las Remudas.
El Club Balonmano Remudas Rocasa Gran Canaria volvía a hacer historia y consolidaba su condición de patrimonio insular por sus méritos deportivos, entre los que figuran los ya señalados títulos europeos, además de campeonatos de liga, copa y supercopa; pero también por su valor social.
Escuchar al día siguiente a Silvia Navarro, posiblemente la mejor portera del mundo en muchos años, que de la multitud de títulos que ha conquistado en su dilatada carrera los más hermosos son los alcanzados con el Rocasa, «porque son los que más han costado», es la reafirmación del valor incalculable de este equipo de barrio, de su importancia universal. Que una deportista de talla mundial lleve años haciendo una declaración de compromiso y amor diario con este club demuestra que lo puesto en marcha por Antonio Moreno hace muchos años en el entonces desestructurado y marginal barrio de Las Remudas es mucho más que un proyecto deportivo.
Como patrimonio de Canarias, el Balonmano Remudas, puede optar al Premio de Canarias del Deporte pero también al de los valores sociales. Y así sigue, a pesar de los triunfos, sin encandilarse con los flashes, las cámaras y las recepciones oficiales que solo llegan cuando los triunfos sonríen.
Fiel a la filosofía de un deporte que en Gran Canaria nunca se desprendió de su condición de familiar, el Balonmano Remudas se constituyó como instrumento para hacer frente a la desestructuración a la que condenaban a los que mandaron a vivir a ese barrio teldense. Las carencias han marcado su historia, como también el entusiasmo. El que le ha permitido no claudicar a las desatenciones, olvidos, condenas a jugar en pabellones casi insalubres o competir en clamorosa situación de inferioridad económica. Lo importante era hacer comunidad. Y ahí la tienen. Con el primer equipo y toda su escuela, fiel al barrio en el que nació y lo sigue acogiendo.
Que los parabienes a las campeonas se concreten en compromisos que permitan seguir sosteniendo la callada labor que hasta ahora han realizado con muchos sacrificios sus valedores con ese montón de crías y críos que construyen este patrimonio de Canarias.
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