![A un año y algo de las elecciones](https://s3.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/201803/11/media/cortadas/image_content_3166871_20180311100917--1248x702.jpg)
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La situación política en Canarias es tan compleja que cualquier prospección sobre el futuro inmediato resulta inútil. Estamos a 14 meses de las elecciones autonómicas, municipales y a cabildos, y ese hecho es el que está determinando todos los pasos que los partidos políticos están dando en estos momentos. Colocarse adecuadamente y de forma estratégica ante el electorado, establecer las alianzas necesarias y elaborar una lista de temas para mantener abierto debates y secuencias con las que crear estados de opinión.
En contra de los pronósticos abiertos a partir de la salida del PSOE del Gobierno, en diciembre de 2017, Coalición Canaria, con la legitimidad democrática tocada, siendo la tercera fuerza política en votos, es la que sigue gobernando en Canarias, y además con gestos y tonos de mayoría absoluta. Los nacionalistas, por llamarlos de alguna manera, han recuperado la centralidad de la política canaria, siguen siendo el eje sobre el que basculan el resto de partidos, la deseada novia que ha deslumbrado al PP y al PSOE que, de forma alternativa, vuelven de comparsas a los pactos de segundones, a pesar de las traiciones y de ganar elecciones.
Clavijo inició la legislatura con un PSOE en manos de una gestora, pero liderado por Patricia Hernández, con la que jugó y engañó como quiso para terminar echándola del Gobierno cuando se declaró en rebeldía. Lo hizo cuando tenía apalabrado con el PP un pacto y con el PSOE emergente de Ángel Víctor Torres otro hecho a hurtadillas. Fue un mazazo para Clavijo que Asier Antona no entrara en el Gobierno, pero una bendición para CC que ha logrado enchufar a casi todo el partido en la administración pública. A rey muerto, rey puesto. Clavijo encuentra en Ángel Víctor Torres al hombre que lo sacó de la soledad y traza una alianza personal con el secretario general de los socialistas, en cuyo interior triunfa el sector más insularista del partido y los tinerfeños, auténticos esbirros de ATI, especialmente la Agrupación de La Laguna, la más poderosa de las tinerfeñas. El PP que ve rota la alianza de la oposición con el PSOE, intenta expulsar a Torres como hombre de compañía de Clavijo para impedirle acuerdos que le otorgue poder en distintos órganos de representación. Clavijo y los suyos tiran a Ángel Víctor Torres, dejándolo quemado dentro de su propio partido. Antona vuelve a los brazos de Clavijo y reedita el pacto repartiéndose el poder en el Parlamento. La oposición, a pesar de la oportunidad histórica que se les presentó, no ha logrado empujar a Clavijo al vacío, y su fama de trilero en CC ha crecido hasta el punto de convertirlo en imprescindible y único para el futuro.
Si PP y PSOE se han disputado el puesto de muleteros de Clavijo, Nueva Canarias, tampoco ha estado lejos de la tentación. CC lo ha pedido reiteradamente, sobre todo los sectores más progresistas, y el debate se abrió en algunos círculos de la organización nacionalista que finalmente lo ha dado por imposible dadas las diferencias abismales que separan a ambos partidos. La idea general de vincularse a Coalición Canaria, de unos y de otros, incluidos los enemigos, hay que entenderla desde la perspectiva de que todos están convencidos de que no habrá reforma electoral y que el esquema político que surja a partir de junio de 2019 será idéntico al que inauguró Clavijo en mayo de 2015. Si no hay reforma electoral, el único elemento que distorsionará los resultados será la irrupción desmedida de Ciudadanos en el Parlamento de Canarias, y será a costa del PP y de CC, las dos fuerzas que, curiosamente, han decidido unir de nuevo sus destinos.
Quizás es prematuro para dar por concluida esta legislatura, pero creo que, al margen de la propaganda con la que nos inundará Clavijo, poco más se moverá. Con Fernando Clavijo al frente de CC se ha reabierto el pleito insular. El presidente del Gobierno ha devuelto la política a los cantones para definir las elecciones desde las islas. Pasará a la historia como el «nacionalista» que involucionó al neoinsularismo y renunció a la «nacionalidad», incluso a la región, como concepto y ámbito de actuación política. Canarias es para Clavijo y para los suyos una «administración», una «gran sucursal de recaudación» que les permite controlar el territorio en su conjunto y mangonear con el dinero público para desviarlo hacia la isla, allí donde tienen sus bastiones electorales protegidos por el sistema electoral. Toda su fuerza política se ha centrado en evitar que nada cambie, por el contrario, fortalecer y reforzar el régimen, como ya se define la dinastía de ATI en el poder.
Desde ahí hay que entender las tres grandes líneas de actuación de Clavijo en este mandato, las que han definido la legislatura. La puesta en marcha del Fondo de Desarrollo de Canarias, 160 millones anuales destinados a un popurrí de obras menores, parques, farolas y aceras, perfectamente estudiadas para satisfacer a los aliados y comprometer voluntades políticas. Un fondo que también se extiende al empleo, una competencia del Gobierno cedida a los cabildos insulares para hacer clientelismo político. El segundo polo de la política neoinsularista es la Ley del Suelo y la de Islas Verdes, pensadas para dar más poder a los cabildos y ayuntamientos, para que sean estos los que otorguen las licencias y decidan en instancias muy cercanas a los intereses empresariales locales. Y el tercer elemento definitorio de la legislatura de Clavijo es el aparato de propaganda construido en torno a la Radio Televisión Pública Canaria utilizada de forma partidista, como se está haciendo, y para generar un núcleo mediático amplio, perfectamente engrasado y al servicio de Coalición Canaria.
Tan claro tiene Clavijo estos tres objetivos que para sostener el Fondo de Desarrollo de Canarias echó del Gobierno a los socialistas y para sostener sus planes en la televisión ha empeñado hasta su propia credibilidad personal y ha arriesgado su imparcialidad utilizando torticeramente a los servicios Jurídicos del Gobierno. Y para lograr el apoyo de unos y de otros no ha dudado en jugar a la política de alcantarillas, seducir, reunirse en secreto, llamar a media noche, hablar, comer con quien pudiese influir en el PP o en el PSOE para que nada cambie en Canarias.
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