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Mal comienza la oposición. La primavera trae alergias, dice Barragán, sin percatarse que el invierno viene con gripes y catarros, algunos mortales. Más que una precipitada y triunfal moción de censura contra el pacto de progreso lo que espera a Coalición Canaria es un invierno, mucho más duro que el eterno de Invernalia, y con muertos vivientes al acecho.
La oposición es muy dura. Llorar en los despachos por lo perdido no tiene comparación con lo que le espera a Clavijo y los suyos. Recoger las fotos familiares de los despachos, vaciar los cajones, revisar los documentos de la caja fuerte, destruir papeles, amarrar algún contrato comprometido, despedirse del personal y ocasionar alguna maldad a los que llegan a modo de travesura de niño resentido, no tiene comparación con el calvario de ver como todo un imperio se precipita desahuciado por el poder democrático.
Querido Clavijo. Dejarán de sonar tus teléfonos. Sólo te llamarán algunos de los tuyos que están en la misma situación que tú, sin saber qué hacer. Ya no habrá lista de llamadas pendientes sobre tu mesa. Llegarán los lunes en los que no hay nada en tu agenda. La adrenalina deja de fluir por las venas porque las crisis y la gloria ya no son tuyas. No habrá nadie a quién seducir... ni nadie a quien hundir en el barro. El placentero sentido de las reuniones espontáneas para conspirar a favor de los amigos y en contra de los enemigos se extinguirá rápidamente hasta extrañar, desde la mañana a la noche, sus efectos dopantes.
Ya no te llegarán los chismes de alturas, esos que permiten jugar a mentir y desprestigiar y que tanto valor ha tenido en tu concepción del poder. Los rumores que siembras ya no calan porque los cortesanos están en otros palacios y los bufones entretienen en otra corte.
Muchos, cientos de asesores y cargos, se verán literalmente en la cola del paro mientras maldicen la hora de tu empecinamiento. Te lo echarán en cara aunque no sé si cargará tu conciencia. Pensarán en cómo les falló el presidente al que tenían miedo y devoción. Por primera vez sentirán en sus carnes eso que atormenta a miles de canarios, el trabajo; una experiencia vital que ni tú ni ellos han vivido, más allá de ser un concepto, unas líneas en un programa político o en un discurso.
Los enemigos, propios y ajenos, se sentarán a ver el cadáver pasar. Comenzarán las fugas en tu partido. Los primeros, los más fieles, que ahora se tienen que buscar la vida por su cuenta. Otros, los represaliados, hace tiempo que tienen un pie fuera y solo les bastará un impulso para abandonar el barco. ¿O como las ratas será el capitán el primero que lo abandone?
El síndrome de abstinencia es más duro que cualquier toxicomanía. La droga del poder no desaparece nunca y cuando no la tienes surgen sentimientos que ciegan el juicio. Si no lo sabes gestionar te vuelves loco. Melancólico te arrastras ante los que te vieron en tus mejores momentos. Sólo salen indemnes del poder los que lo conciben como servicio y tienen claro en su cabeza que es una herramienta para hacer el bien, no el fin en si mismo, no una droga a la que engancharse y no un instrumento para machacar a los enemigos.
La nostalgia se apodera rápidamente de tus entrañas y provoca alucinaciones, como la de una moción de censura a un presidente que aún no lo es, a un gobierno que ni tan siquiera está negociado, ni constituido. El alucinógeno que nutre a Clavijo a Barragán y a los hombres de José Manuel Soria les hace ver fantasmas donde no los hay, problemas irresolubles ante debates de altura en el seno del pacto a la hora del reparto del poder.
No hay peor ciego que el que no quiere ver y lo único claro en esta etapa es que la derecha no ha sabido conformar un pacto y que de las burdas escaramuzas impulsadas por Clavijo han salido seriamente tocado Ciudadanos y el PP de Canarias. Ver con claridad, sin dopamina en las venas, es saber que casimiro Curbelo, perro viejo en esto de mandar y pactar, supo ver que la derecha es una jaula de grillos y que aunque su corazón esté con ellos la izquierda tiene mayoría, proyecto y futuro.
Resultan altamente patéticos los estertores del régimen y sus aliados buscando desesperadamente revolver el patio del pacto de progreso, anunciando por la mañana una moción de censura y por la tarde, en Madrid, aplazándola a la primavera. Lo que llega, en pleno verano, querido Clavijo, es el invierno.
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