Se cumplen veinte años del fallecimiento, tras una dura enfermedad, de Camilo Sánchez. El que fuera regidor de Santa Lucía de Tirajana, un primer edil volcado en el mensaje de estar y simpatizar con el dolor de los pobres y más desfavorecidos, fue honrado en las XVIII Jornadas Solidarias Alcalde Camilo Sánchez, que llevan su nombre y se celebraron entre el lunes y el martes en el Teatro Víctor Jara en Vecindario. Un hombre nacido en las cuarterías, de origen muy humilde cuyo testimonio cristiano fue el impulso cotidiano en su labor pública. En la exposición inaugurada en el recinto, encontrarán enseres personales, carnés de militancia y acreditación como responsable público, fotografías y octavillas de Sánchez que responden a una época de compromiso político justo en el tardofranquismo y la Transición de una generación que maduró al alimón del posconcilio. La HOAC, los cristianos de base, los curas obreros…

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Fue un gobernante querido por su pueblo. En los comicios municipales de 1999, poco antes de morir, obtuvo 16 actas de las 21 que componían el pleno. Un 69,17% de los votos válidos. Una victoria en las urnas que rememoró la de 1983: 19 de 21 ediles, un 75,76% de los votos válidos. A fin de cuentas, primero como concejal en el equipo de Carmelo Ramírez (Asamblea de Vecinos/Asamblea Canaria/Ican) y luego ya tomando las riendas del consistorio, protagonizó una etapa de transformación radical en los servicios esenciales en uno de los enclaves del denominado triángulo de la pobreza en Gran Canaria. Y es que la realidad social le interpelaba y, a buen seguro, también hoy se conmovería frente al drama en Santa Lucía de Tirajana donde ya no está la aparcería y las tomateras de antaño pero sí una población que reside allí pero trabaja en el sur de la isla en los hoteles y restauración y que, fruto del coronavirus, lo está pasando mal y se encuentra pendiente de qué ocurre con los ERTE.

Esta conmemoración deviene cuando la sociedad comienza a salir de la pandemia, recalco, tan solo comienza, con un nivel de hastío, desidia y desafección hacia la política jamás visto. Es verdad, ahonda la incredulidad que ya se manifestó durante el 15M tras la anterior crisis económica. Pero no se podía imaginar que se redoblase tanto ese desaliento ciudadano en el que la opinión pública desconfía de los partidos y el periodismo se bate con no ser confundido con la propaganda. El déficit de comprensión lectora, los bulos y la tergiversación de las redes sociales generan un daño enorme en la conformación de la democracia. Con este retrato: ¿cómo se incentiva la participación ciudadana, las inquietudes políticas y la responsabilidad de militar en unas siglas? Organizaciones viciadas que no casan con la apelación al intercambio de ideas, el debate, el relato ideológico y aquel universo de fervor público ungido en los primeros años de la democracia donde los ayuntamientos fueron pieza clave de aquella incipiente ilusión colectiva. La crisis de valores es palmaria y, otra vez, removería a Sánchez invocando a la acción.

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