La Orquesta Nacional de España en todos sus años de existencia, en torno a 80 según versiones, ha pasado por distintos momentos artísticos, pero sobre todo ha superado mal que bien y hasta la fecha la iniquidad general del estado español para con sus artistas del sector público de la cultura. Franquismo y democracia incluidos.
Dionisio Rodríguez Suárez
Domingo, 2 de diciembre 2018, 16:30
Los trabajadores, pues eso somos amen de artistas, hemos tratado en toda época, ámbito y ocasión consensuar acuerdos que se correspondan al mismo tiempo con las necesidades del servicio público, y con los condicionantes y excepciones de nuestra sacrificada profesión. Artistas españoles de todos los ámbitos escénicos hemos sido vanguardia e imagen de España durante el periodo en que las instituciones europeas nos aupaban, la monarquía constitucional funcionaba como proa de barco y la Orquesta Nacional, el Ballet Nacional, las Compañías de Teatro estatales, y los préstamos del Prado y el Reina Sofía, junto al grupo de Paco de Lucia y tantos otros artistas españoles, constituíamos imagen y marca en lo cultural, y avanzadilla y realidad de una nueva España sin caspa y sin resquemores. Así y durante muchos años acompañamos a las autoridades del Estado en su ejemplificación de la nueva España, actuando en todos los continentes, participando en todas las Expo, eventos, festivales, etc. y en la promoción y mejor conocimiento de nuestro país y su cultura por todo el mundo.
Más de una treintena de años después, los asuntos básicos no están solucionados y las estructuras públicas en las artes escénicas y la música y en el buque insignia del Ministerio de Cultura, el Inaem (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música) y todas sus unidades, siguen gripadas por cuestiones estructurales que tiene que ver principalmente con áreas económicas y administrativas, y en los últimos años y como colofón, con la paranoia del ministro Montoro con el gasto público.
Las marcas culturales españolas históricas y de referencia, (Orquesta Nacional de España, Ballet Nacional de España, Compañía Nacional de Teatro Clásico, por citar algunas) en realidad no existen como tal, dilapidándose así todo su patrimonio cultural y la capacidad de captación de inversión privada -el mecenazgo- que no tiene vías de acceso directo. Las empresas interesadas en una promoción desisten al ver que su dinero va a parar a la caja única de Hacienda, muy lejos administrativamente de la unidad artística con la que quieren y necesitan interactuar.
Esa falta de caja e intervención propia en las diferentes secciones del Inaem y en el Inaem mismo suponen una pesada losa. Se carece de la necesaria autonomía económica que facilite la estimación presupuestaria con la anticipación que requiere esta actividad, para poder contratar, realizar giras y programar actividades con anticipación y oportunidad.
Administrativamente los problemas no son menores, cualquier gestión - por nimia que sea - ha de pasar necesariamente por las rutas administrativas del Inaem. Para su sector laboral que es mayoritario, tiene como única herramienta un Convenio Único en el que conviven cuerpos técnicos y artísticos en un totum revolutum que no favorece a nadie y perjudica a todos, hace más complicada la interlocución deseable para la resolución de problemas específicos y aplica las mismas reglas a colectivos muy diferenciados. Es clara la necesidad de cierta descentralización, más a sabiendas de que los techos salariales del mencionado convenio, no pueden acoger a los sectores más altos de la escala salarial que quedan así a la intemperie, como ocurre por ejemplo con los profesores de la Orquesta Nacional
Para más complicación, quedan aun en la ONE un nutrido grupo de profesores funcionarios (De la etapa renovadora de Jesús López Cobos), de alto nivel artístico y muchos de ellos solistas de la orquesta; todos enmarcados en el Grupo A y nivel 28, uno de los más altos de la Administración (el máximo es 30), y que en la práctica están ”protegiendo” las condiciones laborales y económicas de sus compañeros, con los restos de la antigua legislación no derogados por el real decreto de 2002 - que laboralizó de facto la orquesta y generó gran conflictividad - y con los acuerdos que en toda materia se han ido estableciendo para el mejor funcionamiento de la misma.
Tanto desde el Inaem en los últimos años, como desde la Dirección Técnica y Artística de la ONE y de los representantes sindicales (Junta de Personal) y profesionales (Comisión de Profesores), nos hemos manifestado en la necesidad de una refundación y reubicación de los profesores y estructuras de la ONE y el Coro Nacional (Que si está en el Convenio Único). Se han realizado reuniones de máximo nivel con los altos cargos del Inaem y el Ministerio de Cultura y se han establecido y estudiado las vías posibles.
Cualesquiera que sea el camino elegido, con estructuras funcionariales o laborales, existen a mi juicio algunos parámetros que es preciso atender en cualquier caso:
El primero, es sin duda mantener la actual calidad de la agrupación, alabada y reconocida por todos. Es indispensable continuar la senda y no desestabilizarla con maniobras torpes y sin consenso. La orquesta en lo artístico, aun puede seguir mejorando y situándose en la primera línea europea y dispondrá de vacantes en la próxima década para cubrirlas con los mejores como viene sucediendo en los últimos años.
El segundo es su reconocimiento como órgano artístico institucional y representativo, como viene siendo y haciendo desde su fundación. Su espacio es el público y como tal tiene que quedar bien atornillada a las estructuras del estado y el ministerio y protegida (sabemos de lo que hablamos) de salvapatrias y aventurerismos políticos. Al mismo tiempo el Inaem tiene que proteger a sus trabajadores con un estatus público adecuado para aquellos que pasan parte de sus vidas laborales en el extranjero.
El tercero tiene su foco en la necesaria autonomía económica y de gestión, que no impide las tareas fiscalizadoras y de intervención. Una estructura como la actual, pero reforzada en su estatus e independencia, puede dar mucho más de sí en todos los ámbitos que puede abordar la orquesta.
Por último, la ONE debe estar dirigida Técnica y Artísticamente por personas competentes, con formación, talento e imaginación y a sabiendas de que no solo es una orquesta de conciertos; es y debe seguir siéndolo más aún un foco cultural, un punto de referencia en la famosa Marca España, un símbolo del estado, un eje educativo y formativo en lo público y profesional (poco desarrollado todavía), un dinamizador de la creación musical, del acercamiento de nuevos públicos, de la vanguardia cultural y de la exploración de las vías para hacer de la música y la cultura un eje vertebrador de nuestra sociedad.
En una de las últimas reuniones para abordar estos temas con el entonces secretario de Estado de Cultura, Sr. Fernando Benzo (PP) y en presencia de la plana mayor del Inaem, el mencionado apuntó la vía del funcionario estatutario (como los médicos) para la ONE. Cierto es que sería una posible solución, ya que al igual que este colectivo sanitario los profesores de la orquesta comparten algunas peculiaridades y necesidades: Protección con un estatus público, horarios poco habituales para la mayoría de los trabajadores, disponibilidad y movilidad muy amplia entre otros. También llevaría aparejada la concesión de un estatus a la propia institución dentro de las estructuras públicas y podría tener el apoyo de Hacienda y Administraciones Públicas.
Contra esta opción no hay otras que la creación de un cuerpo funcionarial de Profesores de la ONE (Lo que había antes), que es la más fácil de ejecutar, pero al mismo tiempo se complica por su obligado paso por el Parlamento; o la laboralización y convenio propio, tarea ardua, con grandes posibilidades de eternizarse en el tiempo y que conllevaría un acuerdo previo con los funcionarios. Ejecutar esta maniobra con paz social, ausencia de conflicto y sin minar la moral del personal al mismo tiempo que llevar el día a día, se me antoja tarea de titanes y poco creíble en las actuales circunstancias.
Veremos lo que hace el nuevo gobierno, si es que hace algo. Sea cual sea la opción elegida el tiempo apremia, la ONE se merece un espacio adecuado en el estado por el que tanto ha hecho.
CODA. Desde Canarias, no hay noticias para la ONE, su inexplicable desaparición de los programas del Festival de Música de Canarias y de nuestros escenarios, no tiene ya razón alguna que lo justifique. Los canarios tendremos que seguir escuchando y viendo a su orquesta, a través de los conciertos dominicales en directo de Radio Clásica (RNE) y de ocasionales grabaciones de TVE.
Los profesores canarios de la ONE, tinerfeños y grancanarios, hemos llegado a ser ocho en las últimas décadas, nos sentimos muy bien acogidos y prácticamente todos hemos ocupado puestos de mayor responsabilidad (Solistas o Ayudas de Solista) y/o de representación en el colectivo. El último en entrar, el tinerfeño Adán Delgado (2009. trompeta solista) rompe la línea hasta el momento de que fueran instrumentistas de cuerda los canarios de la institución. Desde entonces al menos, los jóvenes músicos de las islas han desaparecido de las convocatorias de oposiciones de la orquesta, o no han superado la exigente (con cortina) primera fase. Todo ello motiva varias reflexiones, pero las dejaremos para otro artículo, porque hoy no toca.
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