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Directo Minicopa Endesa Gran Canaria 2025

El viernes acabó la campaña, y hoy es el día en que la ciudadanía dirimirá qué partido, o coalición, se pondrá al frente de las instituciones. Como ya sucedió en la anterior del 28 de abril, esta no ha sido ningún dechado de virtudes. La asignatura de «zoofilia» o la de «fetichismo con los pies», el vuelo en parapente o los que han hecho de los carriles-bici el principal problema de Las Palmas de Gran Canaria, cuando en la ciudad la tercera parte de su población sigue viviendo en riesgo de pobreza, demuestra que hay muchísimo margen para mejorar.

Dejando a un lado esta cuota de ridiculez, la campaña también ha estado marcada por la suciedad y la marrullería con la que se han conducido varias candidaturas. Las juntas electorales han tenido trabajo suspendiendo actos pagados con dinero público, sancionando cartelerías fraudulentas, prohibiendo meriendas con mortadela propagandística y tumbando vídeos con los que se quería hacer creer que el nuevo sistema electoral permite elegir la Presidencia del Gobierno directamente.

Tanto las payasadas como la semi delincuencia deberían haber terminado el pasado viernes. Pero es de temer que no hayan sido más que el prólogo de lo que comenzará mañana lunes, si es que los resultados electorales coinciden con las encuestas: que no habrá un partido claramente ganador y que cualquier cosa podría suceder.

Obvio es decir que, a partir de mañana, a nadie sorprenderá que quienes dijeron que nunca iban a pactar con estos digan ahora que, en realidad, estos son otros. Y que quienes con grandilocuencia anunciaron que iban a defender a la ciudadanía de aquellos, se desdigan y pacten por su inconmensurable sentido de la responsabilidad. Cabe incluso la posibilidad de que algún diputado o diputada, emulando a los héroes madrileños Tamayo y Sáez, se salga de la obediencia de partido si es que la pérfida ejecutiva decide poner en el Gobierno a alguna bolivariana para que asuma la defensa de cuanto okupa se meta en tu casa en lo que vas a la playa.

Este panorama, en el que se votara lo que se votare siempre han acabado ganando los mismos, no solo lo ha creado una clase política tan sobrada de desvergüenza. Algo habremos contribuido quienes vivimos aquí, ya sea dejando de ir a votar o permitiendo que a partir de esos lunes poselectorales esa clase política haga lo que le venga en gana, sin respetar el deseo de las ciudadanas y ciudadanos que les han votado.

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