Vladimir Putin y Donald Trump. Efe

Una maldición para la humanidad

Dirigentes políticos, como Trump, Putin o Xi Jinping se han convertido en un peligro para la paz de todos los demás

Diego Carcedo

Martes, 11 de marzo 2025, 23:21

En los últimos años escuchamos mucho rechazo a la posibilidad de tener que sufrir una guerra de grandes proporciones -las regionales y locales no han ... cesado cuando menos en África-, pero las grandes se daba por relegadas para la historia. Las nuevas generaciones, a menudo impregnadas del olvido de las últimas grandes contiendas, desde la española hasta las dos mundiales pasando por las de Corea y Vietnam, rechazaban la imperiosa necesidad de mantener la formación militar y las inversiones que requiere la defensa. Ha sido muy frecuente escuchar que mantener unas Fuerzas Armadas bien dotados era una inversión superflua.

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La excelente imagen que están dejando en diferentes países las unidades españolas encargadas del restablecimiento de la paz cambió un poco el mal recuerdo de la Guerra Civil, en la que se recurrió a la violencia armada para conseguir el poder. Pero después de tantos años de ver a los militares como una carga pesada e innecesaria para el Estado, cuando las nuevas generaciones no veían peligro para ningún conflicto con los vecinos, es la situación internacional la que vuelve a amenazar y a recuperar la necesidad de estar preparados para el caso de que pueda afectarnos.

Hace algunos años, cuando todos nos sentíamos muy felices por el fin de los años vividos bajo la tensión de la Guerra Fría, entrevisté a un conocido experto norteamericano y cuando le pegunté si el progreso conseguido por la sociedad internacional descartaba el temor a una nueva contienda, ahora con la amenaza de las armas atómicas, fue tajante en su respuesta: «En absoluto desgraciadamente -respondió- la guerra es una maldición del ser humano. Nunca faltarán razones para enfrentamientos, lo mismo para disputar fronteras, por conflictos políticos o enfrentamientos religiosos, surgirán nuevas guerras».

Estamos ante una de tantas posibilidades, con dirigentes políticos, como Trump, Putin o Xi Jinping con sus argumentos y ambiciones enfrentadas, que se han convertido en un peligro para la paz de todos los demás, entre ellos Europa, donde muchos países, como España abandonaron la necesidad de mantener su capacidad defensiva. Un problema que ahora la Unión Europea intenta salvar con un proyecto de 800.000 millones de inversión en equipamiento militar que garantice la seguridad ante una agresión como la que está sufriendo Ucrania tras la invasión rusa, que atemoriza especialmente a los países bálticos o la propia Noruega.

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Muestra del temor es que los Veintisiete miembros -a los que hay que añadir el Reino Unido que ha vuelto a sumarse- han aceptado el acuerdo por unanimidad. España, que va a la cola en inversiones, se compromete a incrementar su presupuesto militar hasta el dos por ciento lo cual obligará al Gobierno a aumentar los impuestos y buscar respaldos presupuestarios en la oposición, enfrentarse al rechazo suicida de algunos miembros extremistas y, la parte más positiva para la economía, reactivar las fábricas de armas y como contrapartida la recreación de medio millón de puestos de trabajo que habían suprimido.

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