![Desde Andalucía para España](https://s3.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/201812/29/media/cortadas/salondeplenos-1_4448602_20181229094942--1248x702.jpg)
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El vuelco en Andalucía no fruto de la casualidad, es una tendencia que difícilmente la izquierda podrá frenar. La derechización y el populismo ganan terreno en un país que se creía inmune a las corrientes dominantes en toda Europa y en gran parte del mundo.
La crisis económica, institucional y política fragmentó el bipartidismo. Su evolución ha derivado en bloques de intereses comunes, los históricos, los de siempre, el de las derechas y el de las izquierdas. Podemos irrumpió en plena crisis como protesta global ante una situación insostenible, se convirtió rápidamente en un partido tolerado por el sistema, ha gobernado y ha fracasado como alternativa. VOX se alimenta de una amalgama de insatisfacciones, las que surgen del fracaso de los partidos tradicionales y de la izquierda, que amenaza el sistema territorial con sus alianzas independentistas y desafían la escasa y precaria seguridad que nació de la recuperación económica.
Los españoles no estamos en estos tiempos para atender a razones ni a ideologías. Nos mueve el cerebro más primitivo, el de las emociones. Se impone el miedo y la necesidad de liderazgos fuertes con ideas de salvación claras y contundentes, por muy políticamente correcto que estén.
Andalucía es hoy el laboratorio perfecto de lo que puede ocurrir en España en los próximos meses. La pérdida paulatina de la fuerza de la izquierda, incapaz de dar respuestas certeras e ilusionantes, y la recuperación de las derechas en todos sus colores. La gesta de Pedro Sánchez desalojando al PP del Gobierno y ocupando el poder, su fracaso en la gestión y el liderazgo, está alimentando esa masa de asustados y desilusionados que ya huelen otra crisis y buscan ideas y líderes que nos salve de una segunda quema. Andalucía está empujando a las derechas a unirse en alianzas contra la izquierda, y se podría decir que con éxito. A los tres partidos (PP, CS y VOX), con sus matices, unos más extremos que otros, les une el mismo ADN. Compiten por los mismos electores y por los defraudados del centro y de la izquierda. En Estados Unidos y en Francia, por poner algunos ejemplos recientes y significativos, los más fieles seguidores de Trump y del Frente Nacional son trabajadores e inmigrantes, la supuesta base electoral de la izquierda.
En esta encrucijada no hay que olvidar tampoco que el mismo ADN une a la derecha nacionalista, la vasca y la catalana, y que ésta última lucha por la supervivencia en una estrategia suicida de independencia, pero que pueden parar ante la eventual pérdida del poder si alguien se lo garantiza. El negocio catalán montado desde la Transición, la pela pública que todo lo mueve, tiene más poder que las esteladas.
La izquierda, el PSOE y Podemos, se han equivocado. Del crudo enfrentamiento previo han ido a un abrazo, en una alianza para forzar su llegada al poder sin un proyecto claro, sólo desde el objetivo de desalojar a la derecha. Esta opción suicida y los meses de mal gobierno, que ha permitido que las miserias de unos y de otros salgan a la superficie, ha terminado por electrocutar esa posibilidad. No son tontos. Sabían lo que venía: más populismo, ahora por la derecha. Quisieron frenarlo y sólo han logrado engordarlo y unir a las derechas en una especie de proyecto común de España que amenaza con extenderse más allá de Andalucía y envolver a toda España.
El escenario se conforma en todas las regiones, Canarias incluida. El teatrillo político que vivimos en las islas tiene el mismo relato. Se adivina en el juego político de esta precampaña que estamos viviendo los dos bloques, prácticamente homogéneos. El de la derecha, liderado por Coalición Canaria, con el PP y los gomeros del ex socialista Casimiro Curbelo, confiando en que Ciudadanos, si entra en el Parlamento, se sume a la alternativa; y a la expectativa de lo que pueda hacer VOX en los próximos meses si es capaz de organizarse para presentarse a las elecciones. Y por el otro la izquierda, con el PSOE de Torres liderando el escenario, Podemos y Nueva Canarias, dispuestos al asalto al poder si los números dan.
Pero Canarias es Canarias, y aunque la dinámica de bloques está definiendo el teatrillo político impulsado desde el seno mismo del Gobierno de Canarias por CC, los pactos después de las elecciones pueden deshacer cualquier previsión. Los que ahora se arropan en una acción común se apuñalarán el día después de las elecciones por el reparto de las monedas.
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