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Alberto Núñez Feijóo no saldrá al rescate de Pedro Sánchez para que pueda cumplir los objetivos de gasto en defensa comprometidos ante la UE ... y la OTAN pese a la oposición férrea de buena parte de sus socios de investidura. Y tampoco el presidente del Gobierno lo pretende. La ronda de contactos que este jueves celebró en La Moncloa con representantes de todas las fuerzas parlamentarias salvo Vox, a la que ha decidido vetar, no tenía por objeto ofrecer un plan de acción concreto con las cifras, plazos y medidas que será necesario tomar para llegar al 2% del PIB antes de 2029. Según dijo, ni siquiera él lo sabe aún y quizá tarde incluso meses en determinarlo. De lo que se trataba era de informarles de cuál es el marco internacional en el que España se mueve y, de paso, tratar de suavizar la animadversión de unos aliados políticos a los que sigue requiriendo para poder agotar la legislatura. Pero lo que prácticamente todos sus interlocutores sacaron en claro es que no tiene intención de solicitar el aval de la Cámara baja para este conflictivo asunto.
En su comparecencia tras la jornada de entrevistas, Sánchez evitó dar una respuesta clara al respecto. «Todas aquellas cosas que tengan que pasar por el Parlamento, pasarán por el Parlamento, y otras cosas que tengan más que ver con la gestión del Gobierno de España tendrán que ser aceleradas y gestionadas por el Gobierno de España», dijo. En los últimos años, sin embargo, todos los incrementos del gasto militar al margen de los Presupuestos (que ahora están prorrogados) se han realizado mediante decisiones del Consejo de Ministros que no precisaban de la ratificación de las Cortes. Y, según el presidente, han rondado el 10% anual.
Que esa fórmula valga en esta ocasión dependerá de muchos factores. Si la subida requerida es muy elevada, el Fondo de Contingencia del que se ha tirado habitualmente (dotado con el 2% del presupuesto total) no será suficiente. Pero Sánchez trabaja para que, a la hora de la verdad, sea más fácil de alcanzar de lo que ahora se prevé. Como otros estados, pretende que la Comisión Europea asuma que no se trata de aumentar el gasto militar sino el gasto en «seguridad», lo que permitiría incluir otras muchas partidas. Además, aboga porque se aprueben transferencias directas a los países, como en pandemia.
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El presidente también advirtió de que ni siquiera está claro todavía cuál es el porcentaje del que parte España, porque el 1,28% del PIB del que se está hablando es la cifra correspondiente a 2023 según la métrica OTAN, pero se desconoce aún en qué nivel se acabó en 2024. Y puede estar menos lejos del 2%.
A Feijóo ninguno de estos argumentos le resultó satisfactorio. El líder de la oposición, que no acudía a la Moncloa desde diciembre de 2023 y lleva meses reprochando al Gobierno la falta de información en cuestiones de Estado como la política exterior – «Tengo más información por los primeros ministros europeos que por el presidente de mi Gobierno» se lamentó ayer– atribuyó la falta de definición del presidente a su debilidad parlamentaria y al deseo de no indisponer más a sus socios.
Esa es, a su juicio, también la razón por la Sánchez que elude al Parlamento. Y no se ahorró la censura más contundente de esa decisión. «Esto es lo contrario de una democracia -dijo- ; conduce a una autocracia». El jefe del Ejecutivo replicó que fue un Gobierno del PP, el de José María Aznar, el que llevó a España a una guerra, la de Irak, sin contar con el Congreso y uno socialista, José Luis Rodriguez Zapatero, el que aprobó una ley para que el envío de tropas requiera autorización parlamentaria.
También hizo Sánchez alusión a que fue Mariano Rajoy quien en 2014, en la cumbre de la OTAN en Gales, asumió el compromiso de llegar al 2% del PIB de gasto en defensa para 2024 y adujo que en 2018 él se encontró con que no llegaba al 1%. Pero, por lo demás evitó ir al choque con el popular.Eso se lo dejó al ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que acusó a Feijóo de buscar el «desgaste» en lugar de ejercer una «oposición de Estado».
El presidente se centró más en ofrecer argumentos para atemperar el malestar de la izquierda. Insistió así en que la subida del gasto en defensa (o en seguridad, como él pretende) no detraerá «ni un céntimo de euro» del gasto social y dejó claro que coincide con muchos de los argumentos que partidos como Sumar, su socio de coalición, o ERC están poniendo sobre la mesa. «Yo lo he dicho desde el principio: no vamos a entrar en una carrera armamentística. No voy a participar de un discurso belicista, pero sí creo – esgrimió– que tenemos que contribuir solidariamente a aquellos que fueron solidarios con nosotros durante la pandemia a mejorar sus capacidades de disuasión».
También insistió en que su posición en la UEes la de que no se trata de «gastar más sino de gastar mejor» y, de manera indirecta, respondió a los mensajes de la jefa del ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen o del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que ya hablan de elevar el gasto militar por encima del 3%: «Lo importante no es si un 2% o un 3%; es invertir bien, en suelo europeo, en industria europea, a escala europea», defendió.
«Tampoco es de recibo que tres cuartas partes del dinero de los contribuyentes europeos vaya a la compra de armamento a Estados Unidos. Tendremos también que equilibrar esa balanza», dijo además. Y para rematar reivindicó que es ahí donde se abre una «oportunidad» para que la industria y las pymes españolas den un «salto tecnológico» el ámbito del material de «doble uso».
ERC ha rechazado la propuesta formulada por el presidente del Gobierno de aumentar el gasto en defensa y pasar del 1,28% del PIB al 2%, como pide la OTAN. Tras su encuentro en la Moncloa, el líder de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, ha calificado de «error» que España incremente su presupuesto militar «sin explicar por qué». Según el dirigente republicano, España y la UE no deberían gastar más en defensa, sino «un poco mejor».
Rufián cree que pase lo que pase, la decisión que adopte el Gobierno debería pasar por el Congreso, aunque a su juicio la intención del presidente del Gobierno «no es esa», sino que tratará de eludir la sede de la soberanía nacional. En caso de que se produjera alguna votación en el Parlamento, ERC ya ha avanzado que «votará no». No obstante, Esquerra no ha mostrado una posición tan de rechazo como la que mantiene Podemos.
Junts, mientras, ha evitado fijar su posición sobre si está o no a favor de aumentar el gasto militar. Míriam Nogueras, portavoz juntera en el Congreso, tras su reunión con Sánchez, se ha limitado a afirmar ante los periodistas que se ha tratado de un encuentro informativo y que espera que la propuesta del Gobierno se «vaya concretando»
Nogueras, desde el Congreso, sí ha señalado que si el aumento del gasto de busca «muscular» el sistema de defensa de la UE, las inversiones industriales y tecnológicas« deberán hacerse en la propia Europa y en Cataluña.
La camiseta con el lema 'No a la guerra' con la que la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, acudió este jueves a la ronda de reuniones convocada en Moncloa por Pedro Sánchez ya anticipaba la oposición de su partido a cualquier propuesta del Gobierno de elevar el gasto militar. La líder morada traslado al presidente la postura de que esto supondría «un error catastrófico» y ha denunciado que es «imposible» hacerlo sin recortes al gasto social, tanto ahora como en el futuro, lo que supone, en su opinión, llevar la legislatura a un punto crítico.
Podemos se había distinguido en las semanas anteriores del resto de aliados del bloque de investidura enmarcando su postura en un tono más duro que el resto de grupos de izquierda. Belarra llegó incluso a llamar en el Congreso a Sánchez «señor de la guerra». Y este jueves, en Moncloa, volvió a usar el término para referirse a todo el Gobierno. «Tenemos un Gobierno que lleva un año y medio haciendo las mismas políticas que haría el PP, tenemos un Gobierno de señores de la guerra que van a poner en peligro la UE. Alimentar esta deriva acabará con la destrucción de la UE», ha advertido en rueda de prensa.
Casi 14 años después de que ETA anunciara el final de sus atentados y siete después de su disolución, la izquierda abertzale ha logrado hoy cruzar otro Rubicón en el proceso para su homologación definitiva como fuerza política que cuenta y con la que se cuenta no solo en su ecosistema tradicional -Euskadi y Navarra-, sino en el Estado cuyas instituciones trató de derrotar con el apoyo al uso de la violencia y que boicoteó cuando lo consideró preciso en su estrategia hacia la secesión. A mediodía, por primera vez en más de cuatro décadas de democracia, el independentismo vasco que ha reacomodado su programa al nuevo tiempo liberado del terrorismo ha pisado la moqueta de La Moncloa invitado por un presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha transformado en las últimas legislaturas a EH Bildu en un aliado en pie de igualdad con el resto de los que le sostienen al frente del Poder Ejecutivo. Sánchez, que ya rompió otro tabú al reunirse con los portavoces de la coalición en el Congreso y en el Senado -Mertxe Aizpurua y Gorka Elejabarrieta- en el marco de la ronda de contactos para su última investidura celebrada, eso sí, en las oficinas del PSOE en la Cámara baja, ha recibido hoy a la dirigente abertzale en las escalinatas del complejo presidencial como ha hecho con el resto de convocados, Alberto Núñez Feijóo incluido, para exponerle su visión del contexto internacional que apunta al rearme de Europa.
El PNV, más habituado a este tipo de citas, ha departido con Sánchez durante 40 minutos desde una acendrada convicción europeísta. Esteban ha trasladado a su interlocutor el apoyo de su partido al aumento del gasto en defensa que plantea la UE ante el «nuevo paradigma» que está introduciendo el segundo mandato de Donald Trump y la necesidad de Europa de «reposicionarse» y «reforzarse» sobre los cimientos de sus valores democráticos. El dirigente peneuvista, que asumirá en poco más de dos semanas la presidencia de su formación en sustitución de Andoni Ortuzar, sí ha precisado que debe potenciarse la inversión en paralelo en el tejido industrial -algo muy relevante en el caso de Euskadi-, que la Comisión y Sánchez han de «definir más» sus planes y que el debate es de la suficiente enjundia para requerir su paso por el Congreso.
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