Ximo Puig convoca un congreso extraordinario del PSPV para elegir a su sucesor a principios de 2024

Puig ha hecho también autrocrítica tras la pérdida de las elecciones del 28-M. «El responsable de no haberlo visto he sido yo», ha dicho, en lo que considera que fueron algunas de las causas de perder la Generalitat: sobró confianza en una gestión bien hecha y faltó una visión anticipatoria de lo que era el mapa de un malestar que no tenía nada que ver con los hechos positivos que se estaban produciendo.

Por su parte, el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, ha lanzado un aviso a navegantes. «Necesitamos altura de miras, diálogo generosidad y mucha unidad. No podemos tardar 20 años en volver a gobernar. En el PSPV no sobra nadie y solo hay un objetivo: volver a gobernar en 2027», ha dicho.

Puig, que ha sido junto con Joan Lerma, su padrino y cabeza de familia de la corriente a la que perteneció hasta que fundó la suya propia, el único socialista que ha logrado gobernar la Generalitat, dice adiós a una organización que ha dirigido 4.278 días. Casi doce años en los que la federación ha pasado por casi todos los estados de ánimo. Como esos días de Fallas en los que amaneces con chaqueta, pasas el día en manga corta y sol en la espalda y acabas con paraguas. Pero, su salida era ya casi una cuestión de necesidad para una federación que ahora tiene que purgarse. La intención de Puig siempre ha sido, precisamente, la de evitar una caza del zorro que convirtiera su sucesión en un espectáculo retransmitido. Algo que los socialistas valencianos acostumbran a hacer. Pero el expresidente ha tratado de dilatar esos impulsos manteniéndose en el cargo hasta que la solución beneficiosa para todos se consensuara. No podía haber un vacío de poder que abriera la guerra por la sucesión, aunque había destacados participantes con el uniforme de camuflaje puesto.

Puig ha sido, después de Lerma (que estuvo 18 años en el cargo) el secretario general que más tiempo ha estado en el puesto. Llegó a la dirección del partido tras su segundo intento, en 2012, en el congreso del PSPV en Alicante, tras derrotar a Jorge Alarte, hasta ese momento el líder. Bajo su liderazgo, el partido ha llevado a cabo importantes transformaciones orgánicas, como la implantación de las primarias abiertas para elegir al candidato a la Generalitat por primera vez en España. Después, vinieron gestor de aperturismo, como la inclusión de numerosos independientes y sociedad civil en las distintas direcciones, incluso como cabezas de lista de plazas tan importantes como Valencia. En 2015, con el peor resultado de la historia del PSPV, en un Parlamento valenciano muy atomizado por primera vez, logró convertirse en el sexto presidente de la Generalitat gracisa a un pacto con Compromís y apoyo externo de Podemos. Unos años que iban siendo inversamente proporcionales en comodidad en el partido y en el Gobierno Valenciano.

A nivel orgánico, Puig siempre ha jugado, pero las cosas no le han acabado de salir bien. Participó activamente de la operación para descabalgar a Pedro Sánchez de la dirección del PSOE y apostó fuerte por la entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en su lucha por el liderazgo del partido, y comprometió a la federación valenciana. Como consecuencia del error, la nueva dirección federal, con Sánchez a la cabeza, propició una candidatura alternativa a la de Puig para dirigir la federación valenciana, de la mano del alcalde de Burjassot, Rafa García. Pero Puig se acabó imponiendo con ciertos apuros. A partir de ahí trató de reconducir la relación con Sánchez, pero entre ambos nunca ha habido una relación de confianza. Más bien, de necesidad. Unas veces Sánchez a necesitado a Puig y otras Puig a Sánchez.

En los últimos ocho años, compatibilizar la Presidencia de la Generalitat y el liderazgo del partido ha provocado lo que los críticos de Puig han considerado una desatención del partido. Para el entorno del exjefe del Consell era la situación lógica porque siempre han visto el partido como una herramienta para llegar a las instituciones, desde las que tranformar la sociedad. El ahora senador, sin embargo, siempre se mostró integrador con los críticos. A su antecesor, por ejemplo, lo recuperó como alto cargo en la Generalitat. Pero lo cierto es que para el secretario general saliente, el PSPV no ha sido una prioridad porque consideraba que el fin último de un político era poder gestionar. Un vacío orgánico que quienes mejor se mueven en arenas movedizas siempre han aprovechado para ir haciendo tropa. Y esa manera de hacer política sólo funciona con la firma del Diario Oficial de la Generalitat. Perdidas las elecciones de mayo de este año, sólo quedaban por repartir las migas de una organización que ha perdido casi en su totalidad el poder institucional.

Además, el grupo parlamentario se conformó en su día diseñado para continuar en la Generalitat, y se optó por perfiles bajos para Les Corts que han desdibujado aún más con la falta de liderazgo. Sólo Puig y sus conselleres ocuparon escaño autonómico. El resto de altos cargos quedó fuera. Ahora, dos de ellos, Rebeca Torró y Arcadi España, se han incorporado al segundo escalón del Gobierno de España como secretarios de Estado, dejando el escaño en Les Corts. El de Sanidad, Miguel Mínguez, ni siquiera tomó posesión tras las autonómicas, y la extitular de Justicia ocupa puesto de vicepresidenta de la Mesa de la Cámara.

Al comité de hoy, además, ha asistido ni más ni menos que el número dos del PSOE, Santos Cerdán, secretario de Organización, que participó anoche en una cena con los socialistas de la provincia de Valencia y hará lo prpio hoy con los de la provincia de Alicante. Era un gesto más de que lo que iba a pasar hoy era importante para la formación. Horas antes, Puig ya había anunciado una especie de paso a un lado, con un lacónico «comienza una nueva etapa». Preguntado por el futuro del partido, Puig señaló que «cada etapa tiene su propia dinámica«, y él veía »un momento en el que se necesitan nuevos vientos, nuevos cambios y nuevos liderazgos». Puig realizó la reflexión en la sede de UGT en Valencia, en el mismo escenario en el que hoy se ha despedido.

Sobre su futuro, el líder de los socialistas valencianos recordó que él siempre ha dicho que no sería «nunca un obstáculo» sino que ayudaría a encontrar «la mejor solución posible». «Este fin de semana comenzará una nueva etapa», añadió al augurar que «puede ser un gran día».

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Ya el lunes, además se celebrará Ejecutiva socialista, que se espera que sirva para rematar y explicitar las consecuencias de lo que acontezca durante un fin de semana intenso, que será el principio del fin sin que esté claro cuál será el final del camino que ahora comienza.