Los partidos españoles miran al espejo roto francés

Vox, que presume de una posición privilegiada en la nueva extrema derecha internacional, lleva años exhibiendo su sintonía con el partido de Le Pen, adoptando su discurso -«Vox es la voz de los que no tienen voz»- y agitando el miedo a la inmigración con las políticas migratorias del país vecino. «España es Francia con 10 años de retraso», advirtió el secretario general del partido, Ignacio Garriga, en la precampaña del 23-J.

Los de Abascal se jactan de ser el nexo entre la líder francesa y Giorgia Meloni en Europa y no han tenido reparos en cerrar filas en torno a Le Pen y su delfín Jordan Bardella al considerar que «apoyar al Frente Popular es premiar a los responsables de la barbarie que campa a sus anchas y hace sentirse extranjeros a franceses en su propia patria».

Con este mensaje en la red social X, el político español condenó el ataque antisemita a una niña de doce años en Francia el pasado 20 de junio. Abascal subrayó que «años de políticas progresistas han conducido a Francia a la mayor oleada de antisemitismo desde la ocupación nazi» y recalcó que «Le Pen y Reagrupación Nacional son la opción patriótica para enmendar las políticas multiculturalistas que han asolado Francia».

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Allí donde La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon se benefició del inicio del derrumbe del Partido Socialista en 2017, la izquierda española -primero con Podemos y después con Sumar- se ha topado con un PSOE liderado por Pedro Sánchez al que no ha logrado rebasar. Mélenchon ha sido el referente en el que morados y el resto de formaciones a la izquierda del PSOE se ha mirado en los últimos años, unidos por sus críticas al pacto migratorio europeo, el regreso de las reglas fiscales, la escalada bélica en Ucrania o la necesidad de acabar cuanto antes con el conflicto en Gaza.

El socio minoritario del Ejecutivo ve en el Nuevo Frente Popular una inspiración derivada de las políticas progresistas del Gobierno para reconstruir la izquierda. Con todo, en su primera entrevista tras dimitir de sus responsabilidades en Sumar, Yolanda Díaz marcó las diferencias entre la situación política en Francia de la de España. «Primero, porque aquí estamos en el Gobierno y segundo, porque allí el Partido Socialista está dentro de esa opción de Frente Popular».

En apenas siete años el socialismo francés ha pasado de ocupar el Elíseo de la mano de François Hollande a concurrir a las legislativas junto a la izquierda radical de Mélénchon, comunistas y verdes. Todo con el fin de aspirar, como mínimo, a ser la primera fuerza de oposición a un hipotético Gobierno de la extrema derecha. La todavía alcaldesa de París, Anne Hidalgo, el último gran activo del socialismo francés hasta la debacle de 2019, pidió el voto para Sánchez en las generales del 23-J frente a la posibilidad de un Ejecutivo PP-Vox. Y casi doce meses después, «el PSOE saluda y apoya el paso dado hacia la unidad de toda la izquierda francesa», deseó la semana pasada la portavoz socialista Esther Peña. «Desde España estamos confiados sin ninguna duda de que en Francia lograrán parar también a los ultraderechistas», señaló la portavoz de la Ejecutiva Federal de los socialistas.

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Con el centro derecha tradicional francés -representado en Los Republicanos y afiliados al PP europeo- abocado a ser la cuarta fuerza tras el terremoto político que provocó su presidente Éric Ciotti al romper el cordón sanitario con la extrema derecha, el PP mira a Emmanuel Macron y su marca electoral a la hora de buscar simetrías al norte de los Pirineos. «Este PP, que dirige Feijóo, es moderno y moderado, va a dialogar con todo el mundo y se parece al partido de Macron», señaló Elías Bendodo en su primera rueda de prensa en 2022. PP. En los dos últimos años, el PP ha puesto de ejemplo la reforma de las pensiones de Macron frente a la pactada en España y celebró el adelanto electoral de las elecciones legislativas tras los malos resultados frente a la ultraderecha.