Junqueras empieza a recoser ERC y se hace con el control del partido tras la guerra interna

Esquerra Republicana diseñó un congreso interno en dos fases. En la primera, en el mes de diciembre pasado, se dirimió la elección de una nueva ejecutiva. Oriol Junqueras y Elisenda Alamany derrotaron a los roviristas encabezados por Xavier Godàs. Junqueras venció por un 52% de los votos, lo que dejó un partido dividido en dos. Tres meses después, la formación republicana ha exhibido este sábado la primera imagen de unidad en mucho tiempo. La oposición apenas ha dado la batalla en la confección de las ponencias y además la militancia ha cerrado filas con la dirección. La ponencia ha recibido el apoyo de un 90% de la militancia presente en Martorell: 692 votos a favor, 24 en contra y 55 en blanco. En cualquier caso, han participado 771 militantes, de los 8.000 que tiene el partido. El 90% es similar al de congresos anteriores, que no estuvieron precedidos de una dura guerra interna como este.

La hoja de ruta aprobada asegura que «la coyuntura de debilidad del Gobierno socialista y de Sumar» representa una «oportunidad para conseguir el cumplimiento de los acuerdos» suscritos con los socialistas en Madrid y en Cataluña. «Ahora que ya se ha negociado y aprobado la ley de amnistía, es necesario identificar la financiación

singular como la principal prioridad negociadora de Esquerra« con el Gobierno, señala el documento. ERC se conjura para ser »el partido independentista de referencia que propiciará el ejercicio del derecho a decidir democráticamente nuestro futuro político como nación y proclamar la república catalana«.

El texto insiste en «avanzar hacia una solución del conflicto nacional con España basada en el principio democrático», defiende una relación con los socialistas que combine «confrontación y colaboración» y aboga por tejer «alianzas» y «sinergias» con las «fuerzas independentistas y soberanistas de izquierdas. La ponencia política aprobada propone que el catalán sea la »única lengua oficial« en Cataluña.

Mientras, el congreso de ERC arrojará este sábado luz a la llamada comisión de la verdad sobre la estructura paralela que operó en el partido y sobre la polémica de los carteles contra los Maragall, que partió de la propia formación. En este asunto se visualizará si Junqueras ha querido arrasar con la oposición o si tiene voluntad de no seguir haciendo sangre y apuesta por pasar página y correr un tupido velo. Durante la época en que Junqueras estuvo en la cárcel y el partido lo dirigían entre Rovira, Aragonès y Sabrià, operó una estructura paralela a la dirección, al margen del control de la ejecutiva. Esta estructura 'B' fue responsable de hacer una campaña difamatoria contra los Maragall (mofándose del alzhéimer del exalcalde y expresident y como si la campaña la hubiera lanzado otro grupo político) para intentar movilizar al electorado republicano a favor de Ernest, entonces candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona. Lo mismo hizo con unos muñecos con la cara de Junqueras colgados de la cabeza en un puente en su pueblo, en Sant Vicenç del Horts (Barcelona). Está por ver si se identifica a los responsables. Esta labor podría quedar pendiente para los órganos de control del partido. Junqueras puede manejar los tempos para gestionar la respuesta interna.

De hecho, Nova Esquerra Nacional, los miembros del sector rovirista, mostró voluntad de integración en los días previos al congreso, al retirar dos enmiendas a la ponencia estatutaria que trataban de impedir que Junqueras pudiera ser candidato a la Generalitat y no pudiera ser reelegido presidente del partido. Estados dos cuestiones no prosperaron. A cambio, la dirección reconoce a los sectores críticos como corrientes internas.

Además, esta tarde se dará a conocer un informe sobre el cumplimiento de los pactos con el PSC y el PSOE. ERC ha exprimido estos últimos años su relación con Pedro Sánchez: indultos, amnistía, traspaso de Cercanías, condonación del FLA, financiación singular y mesa de diálogo. Pero los republicanos quieren más. No se prevé que rompan pero se mostrarán aún más exigentes con el PSC y PSOE, porque la competencia con Junts es feroz.