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En la transición de nave nodriza de la izquierda a partido tradicional que ha supuesto este fin de semana su segunda asamblea para Movimiento Sumar, ... Yolanda Díaz y los suyos han tomado consciencia de que no hay otro camino para permanecer en el Gobierno que no pase por la unidad en la izquierda y reeditar un pacto de coalición con el PSOE. Los dos objetivos que se marcan como «prioritarios»en su nueva hoja de ruta.
En el acto de clausura del cónclave celebrado este domingo en un abarrotado Teatro Alcázar de Madrid, la vicepresidenta segunda, que regresa como 'número 3' a la dirección del proyecto que fundó en 2022 y del que dimitió el año pasado por los malos resultados en el ciclo electoral, volvió a tender la mano a Podemos y al resto de organizaciones del espacio político, a los que urgió a volver a cohesionarse para repetir el reagrupamiento de partidos que el 23-J propició el actual Gobierno PSOE-Sumar.
La de las generales es una fecha que ya es un mito fundacional para los afines a Díaz. A excepción de Podemos, cuya líder, Ione Belarra, desdeñó al día siguiente los resultados al compararlos con los de 2019, en Sumar consideran que aquella jornada la coalición fue clave para «frenar a la internacional del odio», como califican a PP y Vox.Algo que aspiran a repetir «en un contexto de retroceso», si no hay adelanto electoral, en 2027 pese a las tensiones que en las últimas semanas enturbian la convivencia con el PSOE.
Entre gritos de «presidenta, presidenta», la líder gallega –cuya ausencia sorprendió en la primera jornada de la asamblea– robó el protagonismo a Lara Hernández y Carlos Martín, elegidos el día anterior como coordinadores de la nueva dirección bicéfala del partido. «Yo sé que hay agoreros de todo tenor. Pero lo tengo claro. La receta es clara. La llevo defendiendo hace muchísimo tiempo. La gente no quiere que pensemos igual. Somos maravillosas siendo más verdes, más pacifistas, más diversas, la gente quiere que caminemos juntas. Lo hemos hecho el pasado 23 de julio», zanjó Díaz entre aplausos.
Si bien el acto en el teatro Alcázar no alcanzó la sensación de fecha trascendental del Magariños, cuando la vicepresidenta se postuló por primera vez al cargo de presidenta del Gobierno, sí tuvo reminiscencias, aunque lejanas, de aquella jornada. Especialmente por la presencia de representantes de los comunes, Izquierda Unida, Más Madrid o EH Bildu, además de partidos internacionales como el alemán Die Linke, el francés La France Insoumise o el Movimiento 5 Estrellas italiano, y los dirigentes sindicalistas Pepe Álvarez (UGT)y Unai Sordo (CCOO) –ambos intervinieron para deshacerse en elogios hacia la líder gallega–.
Recuperando su tono más mitinero, y 48 horas después de lograr un consenso con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para eximir de la tributación a los perceptores del SMI durante 2025 –llegó a acusar a la vicepresidenta socialista de haberse «levantado de la mesa» de negociación–, Díaz urgió a Sánchez a «relanzar la agenda social del Gobierno», empezando por rechazar el compromiso del presidente con el plan de Bruselas para destinar 800.000 millones de euros al rearme de la UE que, como afirmó, «impugna el espíritu de Europa».
Díaz también apeló al dirigente socialista a «no resignarse a resistir» en un contexto parlamentario complicado y de prórroga de Presupuestos. Yenumeró, como luego harían Lara Hernández y Carlos Martín, la prestación universal por crianza, intervenir el precio de la vivienda o alcanzar la semana laboral de 32 horas.
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