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Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Miércoles, 19 de febrero 2025, 06:09
La peculiar pareja de gobierno que forman el presidente Donald Trump y el hombre más rico del mundo, Elon Musk, se presentó anoche ante los ... estadounidenses en un formato intimista a través de la entrevista concedida al presentador Sean Hannity en Fox News. Era la primera vez que Trump se sentaba con él a dar una entrevista desde la Casa Blanca, algo que ni siquiera ha hecho con su vicepresidente, JD Vance, quien no parece gozar del mismo acceso.
El fundador de Tesla y propietario de Twitter se convirtió en una pieza clave para la reelección de Trump desde que el intento de asesinato en Butler (Pensilvania) lo convenció de que era un nuevo caudillo. El acercamiento personal lo ha llevado a vivir largas temporadas en la mansión de Mar-a-Lago, donde se le considera parte de la familia. Se pasea por los pasillos de la Casa Blanca con total naturalidad y ha dado conferencias de prensa espontáneas desde el Despacho Oval, con su hijo de tres años tirándole del pantalón.
Anoche profundizó más en esa relación al definirse como el ejecutor de sus decretos, encargado de doblegar la resistencia en las agencias de gobierno para que se cumpla la voluntad del presidente. Una especie de cardenal Richelieu moderno, que maniobra entre la burocracia y la nobleza política, influyendo sobre un líder que sabe manipular.
Con su equipo de un centenar de jóvenes prodigios de la informática, Musk se encarga de «asegurarse de que las órdenes del presidente realmente se cumplan». El propio Trump explicó así su lucha contra la burocracia: «Él toma esa orden ejecutiva que yo firmo y se va con esos cien genios vestidos con camisetas a cualquier agencia para preguntar: '¿Cuándo lo vais a hacer? Lo quiero hecho ya'. Y a lo mejor había alguien que no quería hacerlo, pero de pronto está firmando».
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Tan complacido está el presidente con esta cuadrilla de leales, a quienes ha otorgado poder absoluto para abrir y cerrar instituciones de gobierno a su antojo, que no le preocupan los rumores a su alrededor. «Intentan separarnos y yo digo que absolutamente no. Dicen 'Donald Trump ha cedido el control de la presidencia a Musk' y que 'participará en las reuniones del gabinete'. Son cosas tan obvias y burdas que ni siquiera son buenas», ironizó. Para Trump, Musk no solo es uno de los hombres más inteligente del mundo, sino «un líder al que sigue la gente joven», admiró, y un empresario «brillante», que le hace sentirse respaldado: «Quería a alguien realmente inteligente para trabajar conmigo en el país. Él no lo dice, pero en realidad es un gran hombre de negocios».
Fue Musk quien le convenció de elegir a la exgobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, como secretaria de Seguridad Nacional. «Yo la veía como una persona simpática, pero Elon me dijo: 'Es una tipa dura'. Y tenía razón». Ahora será la encargada de ejecutar la política de deportaciones de Trump.
Musk relató cómo su cercanía con Trump le ha costado su antiguo estatus de ídolo progresista. Desde el día en que mencionó su nombre en una fiesta y «fue como si les hubieran disparado con un dardo de metanfetaminas y rabia. La conversación se volvió irracional en segundos», se dio cuenta de que se había convertido en un paria de ese círculo progresista que un día le admirase por liderar la fabricación de coches eléctricos. El rechazo que ahora despierta se hace palpable cuando asiste a algún evento en Nueva York. «Si las miradas matasen, me habrían matado varias veces».
Sin ofrecer pruebas, aseguró haber descubierto fraudes por cientos de miles de millones de dólares en el gobierno. Sus despidos han obligado a cerrar la biblioteca presidencial de John F. Kennedy por falta de personal, han dejado bajo mínimos a los controladores aéreos y forzado la recontratación de funcionarios responsables del mantenimiento de los arsenales nucleares. El hombre más rico del mundo actúa como primer ministro del presidente más despótico de la historia reciente, en una cruzada política contra la burocracia federal, a la que acusa de haber votado en masa por Kamala Harris para perpetuar la corrupción.
Las críticas no le preocupan. Al estilo del «ladran, Sancho, luego cabalgamos», Musk cree que son buena señal. «Debemos estar en el blanco o haciendo algo bien. No se quejarían tanto si no estuviéramos logrando algo útil», declaró satisfecho.
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