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Mercedes Gallego / Nueva York
Martes, 21 de abril 2020, 22:30
En manos de Donald Trump la pandemia del siglo es un instrumento invaluable para impulsar la agenda nacionalista de acaparar poder, cerrar fronteras y atacar a los organismos internacionales. El lunes, antes de acostarse, el mandatario estadounidense sorprendió a propios y extraños con un tuit en el que anunciaba «la suspensión de la inmigración a EE UU». Ayer la Casa Blanca seguía intentando articular ese tuit que no se limitaba a evitar un posible repunte de la epidemia.
«A la luz del ataque del Enemigo Invisible, así como de la necesidad de proteger los trabajos de nuestros GRANDES ciudadanos estadounidenses, firmaré una Orden Ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración a EE UU», escribió.
Sin duda el presidente ya había sondeado esa posibilidad con sus asesores más nacionalistas y no es difícil intuir de quién partió la idea. Según ‘The New York Times’, Stephen Miller, el asesor de extrema derecha de 34 años que inspiró su veto musulmán y la separación familiar en la frontera, coordinaba ayer los esfuerzos para redactar la orden ejecutiva. La Oficina del Consejero Legal estudiaba el borrador para garantizar que pase el escrutinio de los tribunales, por lo que no se sabe si el presidente podrá firmarla hoy mismo, como desea, o tendrá que esperar unos días.
Su cuenta de Twitter había elegido ayer otros derroteros, como su determinación a apoyar «a la gran industria petrolera de EE UU» o sus «excelentes» ratings del 96% entre los republicanos. «Esto tiene que significar también que estamos haciendo un trabajo genial con el manejo de la pandemia», decidió. Trump se considera un genio «mayor de lo que los Fake News quieren admitir», tuiteó orgulloso. «He tenido unos rating geniales toda mi vida».
A principios de abril, tras cerrar la frontera con México, que tiene muchos menos casos que EE UU, el mandatario prometía que la emisión de visados temporales para los jornaleros del campo continuaría. «Le he dado mi palabra a los agricultores. Esa gente lleva años y años viniendo y va a continuar haciéndolo», prometió.
La América rural, que aporta el grueso de sus seguidores, necesita de esa mano de obra, al igual que las adquisiciones de grano chino, el arma negociador del gigante asiático frente a los exabruptos del presidente, que modela sus decisiones para contentar a las bases. A ellas iba dirigida la decisión de cerrar las fronteras para defender sus puestos de trabajo.
Precisamente porque el objetivo es propagandístico no se prevé que el veto afecte a todos los viajeros, sino a los permisos de residencia o ‘Green Card’ que a menudo solicitan quienes ya llevan años viviendo en Estados Unidos con visados temporales. Más de un millón de extranjeros obtuvieron en 2018 esa residencia legal, pese a que el proceso se ha ralentizado mucho desde que Trump está en el poder. En comparación a 2016, el último año de Barack Obama, la emisión de visados ha descendido un 25%. Trabajadores sanitarios, agrícolas y tecnológicos estarían exentos del nuevo veto, según fuentes de varios periódicos estadounidenses.
La noticia pretende dar un impulso moral a los habitantes de estados que empiezan a reabrir en contra de toda precaución. Georgia será el primero en autorizar esta semana la reapertura de gimnasios, boleras y peluquerías, seguidos la semana que viene de cines, clubs sociales y restaurantes, aunque el gobernador, Brian Kemp, conmina a los ancianos y las personas con problemas de salud a quedarse en casa hasta el 13 de mayo. El estado ha confirmado 84.000 casos y 726 muertes, pero Kemp dice que confía «en el sentido común» de sus empresarios.
Tennessee comenzará la reapertura el lunes, como Carolina del Sur, que ha elegido las floristerías, tiendas de muebles y grandes almacenes para avanzadilla, a condición de que se limiten a cinco clientes por cada mil pies cuadrados (93 metros cuadrados). Texas empezará con la entrega de pedidos en la acera, el reinicio de procedimientos médicos y la reapertura de los parques estatales, por ese orden.
Nueva York, el epicentro de la pandemia, registró el lunes por primera vez en casi tres semanas menos de 500 muertos y 1.300 nuevas hospitalizaciones. El estado mantiene la orden de cierre hasta el 15 de mayo. Su gobernador, Andrew Cuomo, se desplazó ayer hasta la Casa Blanca para convencer al presidente Trump de que le ayude con los kits de diagnóstico, que necesita masivamente para controlar la vuelta al trabajo.
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