El Mossad abre una brecha en la seguridad del Partido de Dios

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La traducción al castellano de Hezbolá es 'Partido de Dios' y ese nombre ya revela que se trata de una milicia yihadista con aspiraciones de control político en la región. Una de las claves de su poder es que cuenta con el apoyo del régimen de los ayatolás de Irán. No es casual que uno de los heridos graves en la explosión de miles de buscas haya sido el embajador de Irán en el Líbano, que disponía de uno de los dispositivos de comunicación del grupo terrorista. La organización era sinónimo de eficacia militar en los últimos años. Sin embargo, la brecha de seguridad demostrada con el ataque masivo del martes demuestra que su capacidad puede estar comprometida. No ha sido su única muestra de debilidad. El 30 de julio de este año, una operación encubierta de Israel acabó con la vida de Fuad Shukr, uno de los líderes militares más importantes del grupo. Desde entonces Israel espera la respuesta de Hezbolá.

Hezbolá nació en 1982 y desde sus primeros días contó con la ayuda de Irán. El origen de esta cooperación es religioso, ya que profesa la versión chií del Islam, mayoritaria en territorio iraní. En los ochenta, el grupo libanés fue un actor clave en el terrorismo internacional. Llevó a cabo atentados contra Estados Unidos, Francia, Inglaterra y otros países. Además realizó secuestros de aviones y asesinatos de líderes políticos rivales. En España, se investigó la posibilidad de que Hezbolá estuviera detrás del atentado perpetrado en 1985 contra el restaurante 'El descanso', un lugar cercano a la base aérea de Torrejón de Ardoz. La explosión de una bomba mató a 18 personas y causó un centenar de heridos. La autoría libanesa no se pudo confirmar y la investigación se archivó sin autores conocidos.

El grupo fue clave en la guerra civil libanesa que se desarrolló entre 1975 y 1990. Cuando ese conflicto terminó, Hezbolá fue una de las pocas milicias que no se disolvió. Por el contrario, comenzó a ejercer como un partido político. En esa época tenía ya contactos estrechos con el régimen sirio de Hafez al-Assad. La organización actuaba, en este sentido, en plena coordinación con los servicios secretos de Damasco. Cuando estalló la guerra civil siria de 2011, el grupo corrió a prestar ayuda al nuevo dictador, Bashar al-Assad.

A consecuencia de su intervención en Siria, Vladímir Putin comenzó a apoyar a Hezbolá. Las tropas rusas y la milicia libanesa lucharon hombro con hombro contra el Estado Islámico y los grupos rebeldes que pretendían derribar al régimen de Damasco. En esos combates se crearon algunas de las unidades más especializadas del Hezbolá.

Pero su gestión interna en el Líbano, casi un estado fallido, le ha convertido en un actor clave, ya que ha conseguido convertirse en la principal institución social a la hora de garantizar la vida de los ciudadanos, aunque no estén vinculados con la organización armada. El dinero procedente de Irán le ha permitido, por ejemplo, contar con algo parecido a su propio banco que garantiza la economía del día a día. Hezbolá también gestiona redes de energía eléctrica y se vanagloria en sus medios de cada llegada de petróleo iraní al Líbano. 'El Partido de Dios' dispone también de su propia red de hospitales, implantada en todo el territorio, y de centros educativos.

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Sus conexiones internacionales hacen que Hezbolá tenga uno de los arsenales más importantes de la región. Alguna de las estimaciones habla de cerca de 200.000 misiles almacenados, de todo tipo de rangos. En este sentido, la organización cuenta con los lanzadores múltiples rusos Katiusa, pero también los drones Shahed 136 de origen iraní. Estos son los aviones no tripulados que, por ejemplo, el Gobierno de Teherán ha entregado a Rusia para bombardear Ucrania.

Corea del Norte también ha ayudado a Hezbolá a establecer una red de galerías subterráneas en el sur de Líbano, similares a las que el país asiático ha creado en su frontera. Estos túneles han permitido a la milicia libanesa salir al exterior para cometer ataques y luego regresar a sus refugios. En algunos desfiles, la organización ha mostrado tanques y vehículos blindados de todo tipo.

Uno de sus elementos más eficaces es la denominada 'Fuerza Radwan', un grupo de operaciones especiales entrenada para incursiones en territorio enemigo. Hoy mismo, los comunicados del grupo ya han mencionado que ese comando, junto con sus capacidad de bombardear Israel, serán los elementos de su venganza.

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Hezbolá es el grupo terrorista que mayores daños ha causado a Israel y fue el primero en conseguir una victoria parcial que erosionó el mito de imbatibilidad de las fuerzas armadas israelíes. Su prueba de fuego fue la segunda guerra del Líbano, que tuvo lugar entre julio y agosto de 2006. En aquella ocasión, las columnas blindadas israelíes cayeron en numerosas emboscadas y sufrieron unas pérdidas a las que el país no estaba acostumbrado.

En 2011, Hezbolá fue un actor principal en la guerra de Siria. Además de apoyar las acciones armadas de Damasco, fue encargada de llevar a cabo misiones especiales que ni siquiera los ejércitos regulares sirio o ruso eran capaces de emprender. Desarrolló campañas de atentados para acabar con dirigentes del Estado Islámico, en ocasiones, dentro del califato controlado por los yihadistas. El grupo también ha asesinado a sus adversarios políticos. En 2005, por ejemplo, mató en el centro de Beirut al ex primer ministro de Líbano Rafiq Hariri con un coche bomba.

Hezbolá tiene entre sus principios fundamentales la implantación de la ley islámica en el Líbano y una de sus aspiraciones es controlar todo el poder del país para poner fin a la complicada política mundial. Ha llegado a tener cinco ministros en el Gobierno de Beirut y dispone de una red de medios de comunicación en varios idiomas, incluido el español.

Pero uno de los aspectos claves de su ideología es la eliminación del Estado de Israel, país cuyo nombre nunca utiliza y prefiere llamarlo 'entidad sionista'. En sus escritos afirma: «Nuestra lucha sólo terminará cuando esa entidad deje de existir». El ideólogo del grupo es Hasan Nasrallah. Se trata de un clérigo de Beirut que llegó al poder tras estudiar en el Irán de los ayatolás y se ha convertido en uno de los personajes más relevantes en el laberinto de la política de Oriente Próximo.

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Nasrallah es el dirigente que ha explicado con más claridad la vertiente geopolítica de los atentados y acciones armadas de la región, dada su posición preponderante en el tablero local y sus vínculos con Irán. Con respecto al ataque de Hamás del 7 de octubre del 2023 ya explicó que se trataba de «un mensaje al mundo árabe y musulmán, y a toda la comunidad internacional, especialmente a aquellos que buscan normalizar relaciones con el enemigo». De esa manera el ataque buscaba poner fin a la estrategia política de Israel, que estaba consiguiendo el reconocimiento de países como Marruecos y que estaba ya negociando con Arabia Saudí -enfrentada a Irán- la posibilidad de normalizar sus relaciones.

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Con respecto al último ataque de Israel, el líder de Hezbolá ha guardado silencio y está previsto que pronuncie un discurso el jueves 19 de septiembre. En su entorno, distintas figuras han hablado de la venganza pero también de no caer en una respuesta militar improvisada que podría beneficiar a Israel. El periodista Ibrahim Al Amin, considerado un portavoz de facto de Nasrallah, ha escrito que el ataque de los buscas conduce a dos reflexiones: Israel ha roto todas las reglas de enfrentamiento al incluir entre sus objetivos a civiles, en primer lugar, y la operación no quiebra la decisión de Hezbolá de apoyar a Hamás y continuar su lucha.