El laborismo británico apunta a un aplastante triunfo pese a reducir la ventaja con los 'tories'

El único aspirante que tiene asegurada su posición en la futura Cámara es sir Lindsay Hoyle, porque los grandes partidos no compiten en su circunscripción por haber ejercido como presidente de esa institución. Son las primeras elecciones generales en las que los votantes tienen que mostrar un documento de identificación personal.

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Las encuestas registraban en el inicio de la campaña electoral un alto número de indecisos. Se han dado cifras del 8% y su sentido del voto podría alterar los pronósticos. Otra incógnita es sobre el número de electores por correo a los que no les han llegado las papeletas. Royal Mail ha achacado la tardanza a la inesperada convocatoria de los comicios. El número de votantes que prefiere usar esta vía ha aumentado. Según la BBC, hace dos décadas eran un 2% y ahora suman el 25%. En Escocia, donde las vacaciones escolares son más tempranas que en las otras naciones británicas, algunos políticos han expresado más malestar. El recuento de las papeletas comienza tras el cierre de los colegios, a las diez de la noche (hora local).

La decisión tomada por Rishi Sunak el 22 de mayo de convocar elecciones sorprendió porque parecía que su idea original era extender su mandato hasta el otoño. No se ha desentrañado por qué las convocó cuando su partido tenía una desventaja de 22 puntos en los sondeos. Se ha especulado con una evolución negativa de la economía en los próximos meses o la aparición de problemas legales para la deportación de inmigrantes irregulares a Ruanda.

La hipótesis quizá más aceptada por la ciudadanía sería que Sunak cree que su grupo parlamentario es ingobernable y ha decidido gestionar una derrota no humillante y regresar a California, donde cursó estudios en la Universidad de Stanford y conoció a su esposa. Él ha afirmado que, si pierde, ocupará su escaño en representación de Richmond, una ciudad de Yorkshire con larga tradición conservadora.

La larga campaña electoral ha estado marcada por la insistencia del primer ministro en advertir a los electores que un Gobierno laborista aumentará los impuestos y en retratar a Starmer como un político incompetente y poco aplicado. El laborista ha sido cauto, o robótico, en los debates, según las audiencias. Ha insistido en la necesidad de cambios tras el 'caos' de la era conservadora.

Al jefe laborista se le ha criticado por decir que no trabajará los viernes más allá de las seis de la tarde. Contrasta con la inagotable laboriosidad de su rival. Starmer participa con su familia en el ritual judaísta de la víspera del sabbat. El 'Financial Times' ha desvelado que ha recibido 90.000 euros desde 2019 en regalos de ropa e invitaciones a entretenimiento y partidos de fútbol. Más que ningún otro parlamentario.

Sunak ha ejercido durante 21 meses. Margaret Thatcher y Tony Blair sirvieron como líderes sendas décadas, algo que lograron el conservador Winston Churchill y el laborista Harold Wilson en dos mandatos separados. Starmer ha prometido una década de renovación británica. Boris Johnson sufrió el castigo -repetido en la historia política británica- de los líderes que tienen tensiones con el número dos del Gobierno, el Chancellor of the Exchequer (ministro de Economía y Hacienda). Thatcher cayó por desavenencias con Nigel Lawson. Tony Blair, por su tormentosa relación con Gordon Brown. Sunak cae de la manera extraña que caracteriza a los 'tories' desde 2016.

Starmer ha elegido a Rachel Reeves para gestionar las finanzas del Estado. Ambos fueron estudiantes y profesionales brillantes en Derecho y Economía, respectivamente. Los conservadores han publicado un vídeo futurista en el que Reeves es «la reina de los impuestos» y Starmer un incapaz ante un ataque ruso.

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Poco después del cierre de los colegios, la BBC publicará un sondeo que ha acertado en las últimas elecciones y en el referéndum del Brexit. Los resultados se conocerán en la madrugada del viernes. Y por la mañana Keir Starmer será primer ministro o el laborismo se habrá llevado una decepción mucho más grave que la que encajaron en 1992, cuando los líderes eran John Major y Neil Kinnock.