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La presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, durante su visita a Polonia el 1 de octubre. EFE
Georgia quiere destituir a su presidenta por viajar al extranjero «sin consentimiento»

Georgia quiere destituir a su presidenta por viajar al extranjero «sin consentimiento»

Salomé Zurabishvili, independiente y primera mujer que dirige el país, se ha distanciado cada vez más del partido gobernante después de rechazar sus normas de tendencia prorrusa

Daniel de Lucas

Lunes, 7 de octubre 2024, 16:00

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Sueño Georgiano, el partido prorruso que gobierna en Tiflis, ha iniciado este lunes los trámites para destituir a la presidenta del país, Salomé Zurabishvili, antes de que agote su mandato, tras acusarla de infringir la Constitución. La decisión viene motivada por las continuas visitas de la mandataria al extranjero «sin el consentimiento obligatorio del Gobierno», según ha anunciado Shalva Papuashvili, presidente del Parlamento y diputado de la formación gobernante.

La situación es paradójica porque proceso culminaría una vez celebradas ya las próximas elecciones legislativas del 26 de octubre, que Sueño Georgiano confía en ganar con una mayoría suficiente para poder retirar de su cargo a la presidenta. Ésta, en cualquier caso, agota su mandato antes de fin de año.

La formación calcula que en los próximos comicios obtendrá un mínimo de 107 diputados. Para que la moción salga adelante se requiere una mayoría de al menos 100 de los 150 escaños que componen el hemiciclo y así poder tramitar la petición de destitución ante el Tribunal Constitucional.

«La mayoría parlamentaria decidió reiniciar el procedimiento de destitución y preparar una nueva presentación ante el Tribunal Constitucional antes de las elecciones parlamentarias y votar en la primera sesión del nuevo Parlamento», ha indicado en rueda de prensa Papuashvili.

El líder del Legislativo georgiano ha añadido que hace un año ya se declaró a la actual jefa de Estado como infractora del artículo 52 de la Constitución por haber viajado fuera de las fronteras sin el consentimiento del Ejecutivo. Al continuar con sus giras internacionales y ser recibida por líderes extranjeros, incurrió supuestamente en una «falta de respeto» al pueblo georgiano y en «una violación del principio de no injerencia».

Pero el intento de Sueño Georgiano para cesar a la presidenta fracasó entonces al reunir únicamente el voto de 85 diputados del partido gobernante frente al apoyo de la oposición a Zurabishvili. Desde entonces habría seguido infringiendo la Carta Magna y la semana pasada la mandataria visitó Francia, Alemania y Polonia para reunirse con sus respectivos presidentes. Asimismo, se desplazó hasta Bélgica para entrevistarse con los dirigentes de la Unión Europea. Todo ello sin el consentimiento del gabinete.

«Esto es una grave violación de la Constitución», subraya el presidente del Parlamento mientras recalca que Georgia es una república parlamentaria. Papuashvili reconoce que la destitución tendría una carga meramente «simbólica», ya que el mandato de Zurabishvili finaliza en diciembre y apenas se recortaría un mes. Pero el líder palamentario confía en que sirva como precedente para prevenir la «arbitrariedad en el futuro y fortalecer la democracia georgiana».

Contrapeso europeísta

Salomé Zurabishvili es la primera mujer que ostenta la jefatura de Estado en el país caucásico y pertenece a una reconocida familia de Georgia que tuvo que exiliarse en 1921 tras la llegada del Ejército Rojo. Sus abuelos se trasladaron a París, donde Salomé nació en 1952. Se matriculó en el Instituto de Estudios Políticos de la capital francesa e inició una carrera diplomática que la llevó hasta el país originario de los Zurabishvili como embajadora.

Tras su paso por la embajada, fue reclutada por el presidente Mikheil Saakashvili como ministra de Exteriores, pero duró un solo año en el cargo. A continuación. denunció que Rusia estaba detrás de su despido y fundó su propio partido, Fue candidata a primera ministra y diputada. Aunque se pronunció a favor de Emmanuel Macron en su camino hacia El Elíseo, cuando le llegó el momento de presentarse a las elecciones presidenciales georgianas en 2018 renunció a su nacionalidad francesa.

Zurabishvili se convirtió en la primera presidenta de Georgia. Lo hizo en calidad de independiente, pero con el aval del partido prorruso Sueño Georgiano. A pesar de esta circunstancia, las posiciones de la jefa de Estado y el partido gobernante se han ido distanciando hasta la ruptura total en mayo con el veto de la mandataria a la controvertida Ley de Transparencia sobre Influencia Extranjera, una norma inspirada en la que Moscú ha usado para segar a toda la oposición rusa.

El veto fue levantado por el Parlamento y ha provocado que la Unión Europea congele la adhesión del país. El primer ministro, Irakli Kobajidze, se ha abierto a modificarla. En septiembre el Legislativo también aprobó otra norma rechazada por la presidenta: la ley de «valores familiares» que pone trabas a los derechos de la comunidad LGTBIQ+ y es otro calco de la legislación rusa.

Zurabishvili se ha convertido en el contrapeso europeísta a un Gobierno cada vez más prorruso. El partido gobernante se acerca a Moscú en la antesala de unas elecciones en el país del Cáucaso Sur en las que se enfrentarán dos bloques: el de Sueño Georgiano, cercano a los postulados de Vladímir Putin, y el frente proeuropeo que se presenta bajo la coalición opositora. El primer ministro Kobakhidze anunció la semana pasada su intención de dar un paso más allá y, tras los comicios, prohibir el principal partido de la oposición, el Movimiento Nacional Unido (UNM) del expresidente Mijail Saakashvili, por estar «sirviendo a objetivos criminales».

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