Europa recibe a Xi Jinping en un clima diplomático y económico complicado

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se encontró con el mandatario chino y el presidente francés, Emmanuel Macron, en París, donde reconoció que las relaciones comunitarias con Pekín «son complicadas». Su mensaje fue claro: «No dudaremos en tomar decisiones difíciles para proteger a nuestras empresas y economías».

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Y es que desde la pandemia y tras la agresión rusa a Ucrania, la UE está inmersa en un proceso para reducir su dependencia de China, diversificando proveedores de materias primas críticas de cara a lograr «una independencia estratégica». Tras haber estabilizado las relaciones con Estados Unidos, Xi Jinping confía en lograr una «visión más amistosa de China» en el Viejo Continente, más cuando la amenaza del posible retorno de Donald Trump a la Casa Blanca planea sobre Europa.

Tras su reunión con el presidente Xi, Von der Leyen subrayó los desafíos comunes que enfrentan a China y Europa, entre los que destacan el cambio climático y las turbulencias geopolíticas en Ucrania y en Oriente Medio. Esta fue la tercera vez que los líderes se han encontrado en el periodo de un año, después de que la jefa de Bruselas viajara a Pekín en dos ocasiones. Estas visitas muestran el interés europeo en mantener una relación cordial con China. El bloque y el gigante asiático tienen «diferentes puntos de vista» en ciertas materias, tal y como reconoció Von der Leyen, «pero estamos de acuerdo en que necesitamos una paz duradera». De este modo, la política alemana destacó el «papel fundamental» de China para «desescalar las irresponsables amenazas nucleares rusas». Von der Leyen también aseguró en que «confía» en que las autoridades asiáticas sigan colaborando para poner fin a la guerra y que no entreguen armas letales a Moscú.

Las dos potencias comparten, igualmente, su preocupación por la situación en Oriente Medio y Bruselas cree que Pekín puede tener «un rol crítico para limitar la proliferación de misiles balísticos y drones iraníes».

En materia económica, los roces entre las dos regiones se han recrudecido en los últimos meses. En marzo la Comisión Europea anunció que estudiaría imponer aranceles retroactivos a vehículos eléctricos importados desde China, bajo la sospecha de que habían recibido subsidios considerados «ilegales»; y en abril Bruselas puso en marcha una investigación sobre las «prácticas discriminatorias» de Pekín en la contratación pública de productos sanitarios.

Con estos antecedentes, Xi lo tendrá difícil para convencer a la UE de que actúa de buena fe. «Estamos abiertos a una competencia justa y al aumento de inversiones, pero esta relación no es buena si nos hace vulnerables y daña nuestras economías. Ahí es cuando actuamos», advirtió este lunes Von der Leyen.

El actual contexto económico de incertidumbre por las tensiones geopolíticas y los elevados tipos de interés (que se mantienen en el 4,5% en la Eurozona) han provocado que la demanda doméstica del continente y del resto del mundo se contenga. Así las cosas, Von der Leyen trasladó al dirigente su preocupación de que «los productos chinos, entre ellos los vehículos eléctricos, están llenando el mercado europeo». Esto, unido a la falta de demanda, «hacen que no podamos hacer frente a la producción de Pekín», aseguró.

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Xi, por su parte, en breves comentarios televisados antes de una de sus reuniones con Macron, instó a su homólogo a unirse a él para mostrar «independencia» y «evitar una 'nueva Guerra Fría'» entre bloques. «Necesitamos mirar hacia el futuro y trabajar juntos para lograr un mundo multipolar igualitario y ordenado», dijo.