El estallido de la inmigración irregular divide a Europa

Hace siete años, Europa vivía lo que fuese su peor crisis migratoria tras la guerra de Siria. Después de la llegada de millones de personas la tendencia se volcaba hacia la baja en los siguientes años hasta la pandemia. Sin embargo, las hostilidades en Oriente Próximo y la «inagotable» invasión de Rusia a Ucrania han llevado a que los territorios del bloque comunitario sean el salvavidas de los que huyen de los conflictos o de los que simplemente buscan un mejor lugar para vivir ante la falta de oportunidades en sus países de origen.

Los cruces marítimos se han disparado este año. Ha aumentado un 83% en comparación con el mismo período de 2022. Mientras que los pasos terrestres remitieron un 30%. Hacia España, Italia o Grecia, el Mediterráneo se ha convertido en la vía más concurrida para acceder irregularmente. Una odisea que ya se ha cobrado la vida de más de 2.000 personas durante este ejercicio.

Entre la costa africana y Gran Canaria hay 200 kilómetros de mar que miles de migrantes cruzan sabiendo las difíciles circunstancias que los envolverá en el instante en el que suben a las embarcaciones. Mamadou Diallo, nacido en Costa de Marfil y con nacionalidad de Guinea, es uno de los miles de indocumentados que ha llegado a Europa a través del Mediterráneo. Diallo relató a la Cruz Roja que en su país era profesor de Matemáticas y Física, pero su participación en manifestaciones por los bajos salarios lo colocaron en el punto de mira de las autoridades y tuvo huir. Sin su mujer ni sus hijos se embarcó en una patera con destino a España.

Hombres que dejaban a sus familias y que viajaban solos a buscar su propio futuro, jóvenes -de edades entre 30 y 40 años- y procedente de Asia o África era el rostro de los migrantes que llegaban a la UE. Pero con el paso de los años es más frecuente observar a familias enteras a bordo de una patera. Mujeres con niños pequeños también se han embarcado este año dispuestas a padecer la peripecia de atravesar el Mediterráneo.

La ruta de los Balcanes sigue siendo la más utilizada en el camino hacia territorio europeo. Desde Siria, en constante estallido armado, y Afganistán, bajo el poder de los talibanes, sale la mayor cantidad de extranjeros.

Colocar un freno a este estallido migratorio será la tarea del pacto que la Unión Europea ha aprobado este miércoles. Medio centenar de organizaciones de la sociedad civil han manifestado su condena al acuerdo por considerarlo un «retroceso en los derechos humanos».

El día que para los socios del bloque es «histórico» para las ONG es una «mentira». «El cruel sistema previsto caerá al primer obstáculo de su implementación y las peores consecuencias las sentirán quienes buscan seguridad. Es una farsa vergonzosa y tenemos que denunciarlo», ha lamentado Hope Barker, analista principal de políticas de la Red de Monitoreo de Violencia Fronteriza.

Si bien la migración irregular suele estar en el centro del huracán, la realidad es que las entradas ilegales representan una pequeña fracción de todos los extranjeros en la UE. En 2022 se expidieron 3,4 millones de primeros permisos de residencia, frente a los 2,9 millones del ejercicio anterior, la mayoría de Ucrania, India y Marruecos.