El bombardeo de Gaza agrieta al laborismo británico

El bombardeo de Gaza por el Ejército de Israel está provocando una compleja encrucijada al líder laborista, Keir Starmer, por su percibida rigidez en la defensa de Israel y su silencio, hasta este martes, en un discurso que ha pronunciado en Londres, a las demandas dentro de su partido para que se una a las peticiones de un alto el fuego.

Starmer se sumó a la posición compartida por Washington y Londres tras el ataque terrorista de Hamas. El abogado especialista en derechos humanos se unió a las potencias occidentales que respaldaron el derecho de Israel a defenderse. Cuando comenzó el sitio y bombardeo de Gaza, Starmer repitió la formulación, en una entrevista en una radio, cuando le preguntaron si tenía también derecho a cortar la electricidad y el agua.

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Esa rigidez provocó disensiones la pasada semana. El viernes, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, se sumó a afiliados del partido, concejales, diputados y miembros del Gabinete en la Sombra -primera fila de la oposición-, que pedían un cambio de posición. Tras Khan se sumaron al coro, entre otras figuras notables del partido, el alcalde del Gran Mánchester, Andy Burnham, y el líder en Escocia, Anas Sarwar.

Starmer subrayó en su discurso que la población atrapada en Gaza debe tener acceso a la ayuda internacional, al agua y a la electricidad. También fue rotundo sobre «el derecho inalienable» de los palestinos a tener un estado viable. Criticó de manera velada al Gobierno de Tel Aviv, afirmando que «la violencia sin un objetivo político viable siempre fracasa a Israel».

Se achaca su firmeza a su afán de comportarse en la oposición como un gobernante fiable para el futuro. En ese sentido, ha seguido al pie de la letra las posiciones encomendadas por Estados Unidos a sus aliados. La estrategia del líder laborista para dar un vuelco de magnitud insólita entre los resultados de los comicios de 2019 y las elecciones de 2024 es presentarse como un político que los electores perciban como fiable y moderado.

A la política de la izquierda británica que considera a los palestinos víctimas en el conflicto de Oriente Próximo, se suma el interés electoral. Khan tiene que ser elegido por una población en la que el 15% se identifica como musulmana. El escocés Sarwar tiene que recuperar el voto laborista entre los electores de origen irlandés. En un partido europeo, el estadio de su equipo más famoso, el Celtic de Glasgow, los hinchas ondearon miles de banderas palestinas y corearon su causa.

Las circunstancias han llevado al jefe de la Policía de Londres, Mark Rowley, a pedir al Gobierno que defina el concepto de «extremismo», de tal modo que sus agentes sepan qué deben hacer cuando manifestantes expresan sus ideas, en las marchas que se han organizado en los últimos días en la capital y en otras ciudades británicas. Starmer ha expulsado del grupo parlamentario a un diputado que afirmó en un mitín su deseo de que palestinos e israelíes vivan libres «desde el río al mar», una expresión con ecos antisemitas cuando se promueve la desaparición de Israel.

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Uno de los primeros pasos de Starmer al frente del laborismo fue purgar el partido del antisemitismo que habría impregnado su anterior líder, Jeremy Corbyn. El partido y colaboradores de Corbyn se están enfrentando en un largo pleito judicial, relacionado con aquella purga, que podría hacer daño a la reputación y a las arcas del laborismo de Starmer antes de las elecciones.