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Rafael M. Mañueco y Miguel Pérez
Jueves, 10 de abril 2025, 19:55
La aproximación entre Washington y Moscú lleva camino de convertirse en una sucesión de imágenes ináuditas con el telón de fondo de la invasión de ... Ucrania y una esforzada Unión Europea que trata de mantener el aislamiento económico y político al Kremlin. Las últimas se produjeron este jueves en Estambul, donde la comitiva estadounidense se avino a entrar en el consulado ruso para continuar las negociaciones entre los dos países. También Abu Dabi produjo otra estampa histórica con el intercambio de la joven rusa-estadounidense Ksenia Karelina –detenida en 2014 en Ekaterimburgo después de haber hecho una pequeña donación a una ONG ucraniana– por el exempresario ruso-alemán Arthur Petrov, arrestado en Chipre a petición de EE UU tras vender material tecnológico al ejército invasor.
Las dos delegaciones permanecieron reunidas durante casi seis horas en las que dejaron al margen la guerra y se centraron en el objetivo exclusivo de seguir avanzando en el restablecimiento de los puentes diplomáticos. Tanto Moscú como Washington han dejado claro que este segundo encuentro en Estambul, cuyos resultados no han sido espectaculares, nada tiene que ver con la búsqueda de una solución al conflicto en Ucrania. De hecho, los bombardeos continúan, la sangría de vidas aumenta y ambos ejércitos se culpan mutuamente de destruir instalaciones energéticas como forma de responsabilizar al rival de la ruptura del teórico alto el fuego.
El Departamento de Estado norteamericano informó que los negociadores intercambiaron borradores para un acuerdo sobre cómo garantizar la estabilidad de los pagos bancarios en las relaciones bilaterales y la seguridad financiera de su personal diplomático. Las sanciones a Rusia constituyen un serio impedimento a esa tarea, incluso en el pago de salarios y gastos de las legaciones.
Asímismo, Washington «reiteró su preocupación por la política de la Federación Rusa de prohibir la contratación de personal local para sus legaciones diplomáticas, lo cual supone un obstáculo importante para mantener un nivel de personal sostenible y estable», sobre todo en la embajada americana en Moscú. Así que el asunto se tendrá que volver a discutir en una próxima reunión.
El jefe de la delegación rusa, el actual embajador en Estados Unidos, Alexánder Darchiev, dijo a los medios de comunicación que en el encuentro «las partes acordaron más medidas para facilitar el movimiento de diplomáticos y el procesamiento de sus visados». Rusia también planteó la «cuestión de la devolución de las propiedades diplomáticas confiscadas por Estados Unidos y la reanudación de los vuelos directos» entre los dos países.
La representación norteamericana estuvo encabezada por Sonata Coulter, subsecretaria adjunta de Estado para Rusia y Europa Central. La primera reunión en este formato tuvo lugar también en Estambul, en el consulado de EE UU, el pasado 27 de febrero y en ella participaron Darchiev y Coulter. Al igual que entonces, las conversaciones de este jueves fueron a puerta cerrada, pero esta vez transcurrieron en el edificio del consulado ruso.
Durante las negociaciones del 27 de febrero, que se prolongaron por espacio de seis horas y media, el Departamento de Estado norteamericano dio luz verde a Darchiev para ponerse al frente de la embajada rusa en Washington y «se acordaron medidas conjuntas para garantizar la financiación sin obstáculos de las actividades de las misiones diplomáticas» de ambas potencias. Asimismo, los mediadores pusieron sobre la mesa la controversia en torno a la propiedad diplomática rusa en suelo estadounidense de cara a la «devolución de seis inmuebles confiscados ilegalmente en el periodo comprendido entre 2016 y 2018», según el comunicado difundido entonces por el Ministerio de Exteriores en Moscú.
Esta disputa se remonta al final del mandato presidencial de Barack Obama cuando, como medida de castigo por los pirateos de lo correos electrónicos a Hillary Clinton por parte de hackers rusos y la injerencia en las elecciones americanas, fueron cerradas e incautadas dos mansiones pertenecientes a la legación diplomática rusa: una en Centreville (Maryland) y la otra en Glen Cove, en Long Island (Nueva York). Ambas en la costa y supuestamente utilizadas en misiones de espionaje. Se clausuró también el consulado ruso en San Francisco.
Moscú no respondió de igual manera de forma inmediata porque faltaban escasos días para que tomara posesión en su primer mandato Donald Trump, con quien el Kremlin no quería iniciar las relaciones con un conflicto. Pero con el líder republicano este problema no se resolvió, sino que se agravó. En 2018, la Casa Blanca ordenó el cierre del consulado ruso en Seattle debido a su proximidad a una base de submarinos y al fabricante de aviones Boeing.
Los diplomáticos rusos perdieron además otros dos inmuebles utilizados para ocio vacacional. Desde entonces, Moscú ha apelado repetidamente a la ONU para instar a la Casa Blanca a devolverle las propiedades. Los americanos, por su parte, vieron cerrados sus consulados en San Petersburgo, Vladivostok y Ekaterimburgo.
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