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La alargada sombra de Donald Trump se extiende por las cuatro esquinas del planeta. También condiciona la política de su vecino del Norte. Canadá cambia ... de primer ministro en plena guerra comercial con Estados Unidos y en año electoral. Tras casi una década al frente del Gobierno, Justin Trudeau dejó oficialmente la jefatura del Ejecutivo al dar por concluida su etapa como líder del Partido Liberal, que ayer nombró a su sucesor. Y, como vaticinaban las encuestas, el elegido para dirigir a la formación política y, en consecuencia, como nuevo presidente del país, fue Mark Carney. El exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra ganó la votación con 131.674 papeletas, el 85,9% del escrutinio. Segunda quedó la exministra de Finanzas Chrystia Freeland, a quien en su propio grupo muchos acusan de haber precipitado la caída de Trudeau, con 11.134 votos.
El hasta ahora primer ministro anunció en enero que se iba superado por la pérdida de popularidad y acorralado por la división dentro de su Gobierno. «Este país merece una opción real en las próximas elecciones y me ha quedado claro que si tengo que librar batallas internas, no puedo ser la primera opción», declaró entonces. Su carisma y una política progresista le habían mantenido en el poder, pero no pudo con la crisis interna ni con el bloqueo parlamentario.
Cuando anunció su adiós, los sondeos daban al Partido Liberal una intención de voto muy inferior a la de los conservadores. En cambio, las últimas encuestas refuerzan a Mark Carney, de 59 años. En principio, las elecciones generales están previstas para octubre. Pero los analistas dan por hecho que el 24 de marzo la oposición votará en contra de la moción de confianza del nuevo primer ministro y eso supondrá el adelanto de los comicios. Los liberales, ya sin Trudeau, necesitaban un nuevo rostro con gancho y fuerza para seducir a la ciudadanía, preocupada e indignada por los aranceles contra los productos canadienses que aplicará la Administración Trump a partir del 2 de abril. El magnate neoyorquino ha dicho incluso que pretende convertir a Canadá en el Estado número 51 de EE UU.
Carney puede presumir de una brillante carrera como gestor bancario. Ha prometido «enderezar la economía del país». Y, aunque no cuenta, con experiencia parlamentaria, en su discurso de aceptación -que fue precedido por una intervención de su hija Cleo-, aseguró tener claro que los nuevos desafíos que enfrenta Canadá «exigen nuevas ideas» y que, «los canadienses quieren un liderazgo positivo que ponga fin a la división y nos ayude a construir juntos; tenemos que seguir unidos en los días difíciles que se avecinan».
Además, respecto a la guerra arancelaria abierta por Trump, avanzó que pondrá en marcha un nuevo plan para construir una economía más fuerte y agregó que quiere asegurar una relación fuerte con socios comerciales «confiables», así como también proteger las fronteras de Canadá. «No podemos permitir que gane, que tenga éxito y no lo haremos», añadió sobre el presidente estadounidense.
Carney, que se ha comprometido a recuperar el equilibrio de las cuentas públicas, dijo en su último mitin que Canadá afronta «la crisis más grave» de su historia. Y se postuló como salvador: «Todo en mi carrera me ha preparado para este momento». De cara a las elecciones, le beneficia la pérdida de popularidad del candidato del Partido Conservador, Pierre Poilievre, a quien la opinión pública ve como alguien demasiado cercano a Trump. Carney personifica mucho mejor la oposición a los deseos expansionistas y proteccionistas del magnate americano.
Canadá asiste a una reacción en contra de Trump y lo que representa. Muchos comercios han boicoteado los productos estadounidenses y el número de cancelaciones de viajes al país vecino no deja de aumentar. Según la politóloga Stéphanie Chouinard, profesora del Colegio Militar Real de Canadá, Carney genera confianza por «su experiencia económica y su seriedad». Subraya, además, que su conocimiento de los sistemas financieros internacionales y de la economía del país le sitúan ante la ciudadanía como un líder sólido. Tiene otro dato a su favor: ha logrado también distanciarse de la figura de Trudeau, que pasó de ser un líder carismático a caer a plomo en todos los sondeos.
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