![No hay quien gobierne en La Oliva](https://s3.ppllstatics.com/canarias7/www/multimedia/201602/19/media/cortadas/407779-1g_CSN407779_MG1342375--1248x702.jpg)
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El resultado electoral ya aventuraba terremotos. En estos diez meses la alcaldía ha rodado desde Domingo González a Pedro Amador hasta, a partir del 19 de febrero, Claudina Morales. Pero tanto cambio no solo ha sido culpa de los votos. La inhabilitación de Arroyo, que gobernó en minoría con apoyos de CC y NC, puso en marcha uno de los espectáculos políticos más grotescos que se recuerdan en los últimos años.
Como Arroyo no mostraba voluntad de dejar el sillón, Votemos y PSOE pidieron un pleno para poner en conocimiento del mismo la inhabilitación de Arroyo -que era vox populi- y que se informase de ella a la Junta Electoral. El 17 de diciembre, el citado órgano remitió al Consistorio el acta del nº 6 en la lista del PPMajo, Rafael Benítez, confirmando así que Arroyo ya no era el alcalde. Pedro Amador, el nº 2 del PPMajo, se convirtió en alcalde en funciones por imperativo legal hasta la elección de un nuevo regidor.
Arroyo decidió atrincherarse en el despacho de alcaldía y cambió la cerradura sin que nadie, ni la Policía Local bajo órdenes de Amador, se atreviese a desalojarle: firmó decretos ilegales para destituir a Amador como teniente de alcalde y a otros cargos que él mismo había designado; incluso convocó un pleno al margen de la ley el día de los Inocentes al que asistieron sus cuatro ediles fieles del PPMajo y los de CC y NC. Entonces intervino el delegado del Gobierno, Enrique Hernández Bento, para aclarar que Arroyo ya no era el alcalde.
El pacto a tres bandas (CC, PPMajo y NC) ya estaba amarrado, pero no firmado. Aun así, el 8 de enero, Amador fue elegido alcalde, ya que ningún partido se postuló al puesto, si bien Claudina Morales dijo que asumiría la iniciativa si no se constituía un gobierno. Y así lo ha hecho. Pero en las filas nacionalistas se siente como una derrota que desluce el triunfo que en su día supuso para CC sacar de la alcaldía al Marqués, que llevaba 25 años en el sillón. Pero los tiempos cambian y los que ayer se detestaban gozan hoy de un tierno idilio.
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