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Miriam Brit, aventurera de la placita a Los Ángeles

Miriam Brit, aventurera de la placita a Los Ángeles

R.R.

Jueves, 13 de abril 2017, 15:31

Cuando Miriam Brit le dijo a su madre que quería bailar en televisión, en El gran juego de la oca, la mujer no daba crédito. Tampoco intentó quitárselo de la cabeza porque sabía que si la frenaba iba a hacer lo mismo que cuando era chica: escribirle en la pared del pasillo «me voy para la placita» e irse. Esa vez no le dejó el recado en un grafitti, pero con 17 años se fue a Madrid. Llevaba la mochila cargada de ilusiones. «Era muy jovencita, pero sabía lo que quería», asegura rememorando cómo dejó Tenerife para lanzarse a hacer «lo que de verdad quería». Han pasado 20 años de aquel viaje iniciático a Madrid. Ha madurado física y mentalmente pero sigue siendo igual de aventurera y sigue al pie del cañón con varios proyectos en marcha, porque «eso de hacer una sola cosa a la vez» no es lo suyo. Acaba de despedirse de su carrera como bailarina y lo ha hecho discretamente después de un año acompañando por media España a Jorge Blass en su espectáculo Palabra de mago. «Ha sido una retirada melancólica y a la vez feliz» porque durante la gira ha pasado, dice, momentos «geniales» y el trabajo ha sido «de los que más felicidad» le han proporcionado, asegura mientras rememora sus años de baile con la coreógrafa Lola González. Ahora está otra vez «en casa», pero con las maletas preparadas para volar hasta Los Ángeles, de donde ha estado yendo y viniendo y trabajando desde 2005 y donde no solo la espera su marido, sino varios proyectos televisivos. «Después de Semana Santa volveré a coger el avión..., otro más», porque no sabe cuántos aviones ha cogido en su vida. «Ya perdí la cuenta», bromea. Recuerda el primero, con 11 años a una competición de gimnasia rítmica, y los dos siguientes: el que la llevó a Madrid en 1997 y el que la trajo de regreso a Tenerife a los pocos meses. «Salí casi huyendo», recuerda, y eso que apenas aterrizó en la capital de España la eligieron en un casting para rodar un anuncio para la mayor compañía de bebidas del mundo. Después de ese trabajo le salieron otros proyectos, lo que, para seguir adelante, «tenía que pasar por el aro». Se volvió a Tenerife sin pensárselo, «decepcionada». Estaba formada en gimnasia rítmica y también en danza clásica. Se había preparado en una agencia de modelos y había hechos dos anuncios para dos grandes firmas, uno de ellos con el mismísimo Ronaldo, «el brasileño», especifica, y quería ser actriz. Así que después de un año haciendo «cositas» en Tenerife y en Gran Canaria decidió volver a intentarlo en Madrid. Y esta vez sí despegó. «No fue fácil», porque fueron muy pocos los que la ayudaron en «un mundillo que es muy competitivo». Tuvo algunos «percances», como ella los llama, con otras bailarinas, pero Madrid también le brindó «cosas hermosas». Una de ellas fue conocer en el rodaje de anuncio para una empresa de moda a un bailarían que la animó a hacer una prueba con Lola González (¡A bailar! Fama ¡a bailar!). Y la conocida como la coreógrafa de los famosos le hizo esa prueba, le gustó como bailaba y la incluyo en su grupo de bailarines. Hasta que hace unos meses colgó las zapatillas de bailarina - aunque sigue como coreografa- ha estado vinculada Lola González, compartiendo escenario, «casualidades de la vida», con algunas de las que no le echaron una mano cuando la necesito, pero también «con gente maravillosa». Durante ese tiempo bailó en televisión (en El gran prix, Telepasión), acompañó a artistas, algunos de la talla de Tom Jones, Rod Stewart, Julio Iglesias, Eros Ramazoti, Chayanne o Luis Fonsi, y participó en espectáculos por media Europa como la gala benefica de Elizabeth Taylor en Venecia. Al tiempo hacía trabajos de modelo, en pasarela y en anuncios, y algún pinito en el cine (Un difunto, seis mujeres y un taller, de Antonio Cuadri, creador de la serie Al salir de clase y Los Guiñoles). Con el cambio de milenio su carrera «comenzó a subir». Fue una época, recuerda Miriam, «de gran bendición porque estaba recogiendo lo que antes había sembrado». «No había un ballet como aquel en España», dice, «con unos bailarines tan preparados», con días de «12 horas de ensayos». Además, le estaban ofreciendo trabajos en televisión, como copresentadora y de actriz en series.... Y así varios años, pero es «aventurera» y, cuando mejor iba su carrera, a ella le daba la impresión de «estar estancada». «La vida es sinónimo de evolución», dice, y resolvió irse «a vivir fuera». ¿A dónde?, pues lo decidió echando una moneda al aire. «Tenía tres opciones: Los Ángeles, México e Italia». Haciendo descartes, al final salió Los Ángeles y allí se fue, sin conocer a nadie y «sin saber ni papa de inglés». Fue Antonio Cuadri quien primero le echó una mano dándole el contacto de un amigo suyo en Los Ángeles, una ciudad que ella no conocía ni sabía cómo manejarse pero en la que le pareció que «encajaría bien». El tinerfeño Piño Moreau fue quien la introdujo en las agencias de modelos de Los Ángeles y, al contrario de lo que le ocurrió en su primer viaje a Madrid, allí «todo el mundo te facilita las cosas», asegura. «En siete días encontré piso, pasé por un casting y me cogieron para hacer el anuncio de un mall [centro comercial]» , ríe rememorando su primera semana en Los Ángeles. «Estaba en el supermercado pagando la compra cuando me llamaron para decirme que me habían cogido para el trabajo y que me pagarían ¡7.000 dólares! Saltaba de alegría y lo celebraba con la cajera y los otros clientes», recuerda divertida. Durante varios años estuvo a caballo entre España y Estados Unidos. En 2010 conoció a su marido y pasó una temporada más larga en Los Ángeles trabajando como modelo pero, sobre todo, como presentadora en L.A. TV, la televisión bilingüe -ella lo es ahora- con más audiencia de la gigantesca ciudad de Estados Unidos. Programas como Los Ángeles en vivo o el cómico Wachale centraron buena parte de su carrera durante ese tiempo, aunque siempre sin perder de vista otros espacios, otros trabajos y, sobre todo, a España. No fue hasta hace un par de años cuando decidió centrarse más en España. Los viernes al show, la gira con el mago Jorge Blass, un espectáculo en Marraquech durante varios meses, trabajos como modelo en Los Ángeles México, Colombia y Brasil han ocupados este tiempo. Y ahora, de vuelta a Los Ángeles. Echa de menos pasar más tiempo con su marido y, más que una casa, echa en falta una base de operaciones porque, al final, dice, siempre está «en todas partes». Los últimos días en Tenerife han sido «muy gratificantes» para su alma, asegura. Lo mismo que la sesión de fotos que hizo para ilustrar este reportaje, en su «tierra linda», donde nació. «Ha sido un privilegio para mi espíritu disfrutar de esta maravilla; de la Naturaleza con los cuatro elementos en un solo lugar: tierra, agua, fuego y aire». Después de unas semanas de descanso en su Isla, con su familia, con su madre, la que la dejó volar con solo 17 años enamorada del baile y de la música, su pasión, ya tiene casi preparadas las maletas para emprender nuevamente el vuelo. No sabe cómo despedirse de ella, de los suyos, quizás lo haga como cuando tenía siete años y escribió en la pared del pasillo aquello de «me voy para la placita».

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